Debido a las fuertes nevadas la carretera al Santuario de Aralar, en el occidente de Navarra, en los Montes vascos, ha permanecido cerrada varios días. Sin duda las personas que lo habitan estarán acostumbradas. Pero aunque pueda ser una bonita experiencia, no deja de ser un pelín inquietante pasar días envuelto en nieblas, entre fuertes nevadas, en un mítico templo medieval en lo alto de una montaña rodeado de bosques.
Por fin, la abrieron el miércoles, día 13. Al día siguiente, el jueves, día 14, después de dos o tres días muy blanditos no esperaba mucha cosa en cuanto a nieve, pero me subí para ver lo que quedaba, y para pasar la mañana. Y no salí defraudado. Además de que el Santuario es precioso, está rodedao de extensos hayedos y es uno de los lugares que están envueltos en más leyendas en toda Navarra, había todavía mucha nieve.
En la autovía tomo la salida a Lekunberri, a unos 30 kms de Pamplona. Y del mismo pueblo sale la carretera hacia el Santuario.
Inmediatamente llegamos al pequeño pueblo de Baraibar (630 mts)
El espesor de nieve va a aumentando conforme subimos, y ya en el alto, junto al Santuario, tenemos unas paredes majas.
Están limpiando el patio del Santuario, que se encuentra a 1.230 mts de altura.
Así estaba hace un año por estas mismas fechas, con casi 1'5 mts de nieve :
https://foro.tiempo.com/san-miguel-de-aralar-entre-nieves-y-nieblas-t136855.0.htmlEste año había nevado más, y aunque se había fundido ya mucha nieve, quedaban un poco más de 2 metros de nieve y las diferencias seguían siendo considerables : la escalinata estaba enterrada. La puerta estaba cubierta y pude alcanzar a tocar la pequeña campana exterior que se encuentra a 4 metros de altura, (no salió nadie a recibirme
) :
Desde arriba hay unas preciosas vistas hacia los circundantes hayedos.
Ya bajando, vemos enfrente Arruitz (610 mts)
El deshielo es muy fuerte. Poco después de Lekunberri, el río Larraun baja desbordado.
Y de vuelta para Iruña. Después de haber pasado media mañana en un lugar tan recogido y legendario, se me hacían extraños los ruidos de la ciudad.