A mi juicio, lo esencial sería a) el origen de las precipitaciones, debidas fundamentalmente a las borrascas del frente polar, y b) su concentración en otoño-invierno.
En este punto siempre tenemos la misma discusión, ¿el tercio nororiental de la Península lo incluyes como Cf, al no tener las precis concentradas en otoño-invierno? El paisaje, la vegetación, los suelos, la cultura..., parecen mucho más parecidos a los de los climas mediterráneos que a los climas oceánicos.
A diferencia de la versión descafeinada que ha llegado hasta nuestros días, en la clasificación original de Köppen había un clima
Cx (estepario con máximo de precipitaciones en primavera) en la Depresión del Ebro y otras zonas interiores de la Península, así como el subtipo
x' (precipitaciones fuertes concentradas en pocos días pero repartidas a lo largo del año), originalmente ideado para el clima
Cfx' de la Pampa argentina, pero que los climatólogos mexicanos han generalizado a otros tipos de clima xérico sin una estación seca definida.
El problema es que la vegetación xerófila (principalmente la de tipo arbustivo) no es exclusiva de los climas mediterráneos, y según los criterios que se adopten para delimitar éstos (p.ej. los de Köppen), algunos son lo bastante lluviosos como para soportar otros tipos de vegetación.
La definición, que tiene que ser más o menos simple para seguir con la filosofía de Koppen, tiene que contemplar la aridez estival y la distribución de precis. Yo, en esto último, aplicaría lato sensu que los climas Cs simplemente tengan como estación de menos precipitación el verano. Así todos los climas más o menos continentales, con precis en primavera y otoño, y paisaje y vegetación mediterráneos, entran en dicha definición (salvo excepciones como la Ibérica turolense o el NW de Cataluña, en estos casos la denominación Cx o Csx creo que se podría utilizar).
A mi juicio, hay que partir de la base de que (debido a los patrones de la circulación general) los climas mediterráneos ocupan una posición intermedia en las fachadas occidentales entre los templados oceánicos, por un lado, y los desérticos, por otro. En general, su extensión hacia el interior de los continentes está limitada por la existencia de relieves (abrigo orográfico) o células anticiclónicas (abrigo aerológico) que frenen la progresión de las borrascas portadoras de precipitaciones. como sucede en el este peninsular.