Realmente es un insulto para la profesión de meteorólogo, una de las más gratificantes que existen, por cierto.
El artículo destila una ignorancia supina desde la primera hasta la última palabra.
Si el periodismo hubiera progresado sólo un 10% de lo que lo hicieron las predicciones meteorológicas en los últimos 30 años, no nos encontraríamos cada dos por tres con bobadas de estas en los periódicos.