Datos científicos demuestran los daños del cambio climático en el océano

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Un artículo de 'El pais' sobre el cambio climático. Más evidencias de posibles consecuencias en la interrupción de las corrientes oceánicas.

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Una investigación realizada en EE UU, con datos tomados de los mares del planeta y modelos de predicción climática, aporta las primeras pruebas inequívocas del efecto del calentamiento global producido por la actividad humana en los océanos, según sus autores. "El hallazgo barre el debate sobre si el cambio climático está ya aquí o no, y desaparecen las supuestas incertidumbres que los políticos venían aduciendo para no actuar", aseguró Tim Barnett, del Instituto Scripps (California), en la reunión anual de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS). En las últimas décadas los científicos han constatado un incremento de las temperaturas medias en la superficie terrestre asociado al calentamiento global inducido por el hombre, pero los expertos saben que el océano es clave en el clima, y han estado buscando la señal (más lenta en emerger y más difícil de identificar) del cambio climático en los mares. "El 90% del calentamiento va al océano", afirmó Barnett. "Dos diferentes modelos de computación han descrito la señal de la penetración en los océanos del calentamiento provocado por la actividad humana durante los últimos 40 años, y con sorprendente precisión; la señal del calentamiento coincide de modo excelente con los datos observados", explicó Barnett. Por su parte, Ruth Curry, de la Institución Woods Hole, alertó sobre la posibilidad de que por efecto del calentamiento global se interrumpa la corriente de circulación oceánica mundial, responsable de la distribución de calor en el planeta.
Los científicos han utilizado dos modelos climáticos globales diferentes: uno estadounidense, del NCAR, y otro europeo, del centro británico Hadley, así como millones de registros de temperatura. "La profundidad de penetración y la estructura vertical de la señal de la temperatura es diferente en los océanos", pero la correlación entre datos estimados y datos tomados es altísima, superior al 95%, sobre todo en los 500 metros más superficiales del agua, dijo el científico de Scripps. Los registros manejados en la investigación cubren hasta 700 metros de profundidad del agua, y los datos varían mucho entre hemisferios y cuencas, con oscilaciones en torno a un grado centígrado.

¿Podría la variabilidad natural del clima, los cambios en la radiación solar o el efecto de los volcanes, explicar este calentamiento de los mares observado? Barnett fue tajante: la señal que observan en sus investigaciones no es compatible con la variabilidad natural del clima, mientras que se ajusta perfectamente a la huella prevista del efecto de la actividad humana.

La concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera se ha mantenido, en los últimos 400.000 años, entre 190 y 290 partes por millón (ppm), y las temperaturas han subido y bajado acompasadamente, recordó Curry. El nivel actual es 379 ppm, y casi todo el incremento de 290 hasta el nivel actual se ha producido en los últimos 120 años. En las últimas décadas los océanos se están calentando considerablemente más rápido que la atmósfera, pero durante un tiempo el calor extra que asumen los mares queda enmascarado. Lo que está claro, dijo Curry, es que el sistema climático del planeta responde con varios efectos al rápido incremento del dióxido de carbono, y no sólo aumentando las temperaturas.

Curry se centró en los ciclos hidrológicos y en el flujo de circulación oceánica, la corriente que lentamente recorre todos los mares del planeta y que es la responsable de la distribución de calor desde las regiones ecuatoriales hacia las altas latitudes. Este flujo depende del intercambio de aguas entre la superficie y el fondo debido al cambio de densidad (por aumento o disminución de la salinidad). La evaporación y la congelación en forma de glaciares y nieves retira agua del mar dejando en él la sal, mientras que las precipitaciones y el derretimiento de glaciares y nieves aporta agua no salada y diluye su concentración en el mar. Este proceso es clave en puntos determinados de la corriente, como el Atlántico norte, donde emerge agua calentada en el ecuador y se hunde agua fría de los polos.

Interrupción del flujo
Pues bien, los datos muestran que desde 1960 se han vertido más de 20.000 kilómetros cúbicos de agua no salada adicional en el Atlántico norte, explicó Curry. Los hielos y el permafrost están en declive en todo el Ártico, dijo. El incremento del agua fresca hace disminuir la concentración de sal del agua y por tanto su densidad. Curry explicó que no se puede descartar que debido a ello se produzca una interrupción de este flujo: "Vamos hacia las condiciones favorables para que suceda. Todo depende de cuánta agua fresca se acumule, cómo de rápido y dónde". Las implicaciones climáticas serían enormes porque el flujo oceánico modera los extremos climáticos haciendo, por ejemplo, que las temperaturas sean más templadas en el norte de Europa y de América.

Salu2



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