La verdad es que toda esa historieta del calentamiento, como bien habéis dicho anteriormente, tiene un tufillo (tufazo) que apesta. Crear una atmósfera general de miedo inculcado al personal es algo que el ser humano hace desde que es ser humano: la iglesia usa el miedo (si te haces una paja te quedas ciego y se te tuerce la columna), lo hacían los egipcios y otras grandes civilizaciones que acojonaban al personal con que si no se satisfacía al dirigente/sacerdote de turno los dioses se cabrearían y pagaríamos... ejemplos hay millones.
Ahora, los que se apuntan también al carro son los politiquillos de turno, siempre bajo la supervisión de poderosísimas multinacionales que son las que parten el bacalao. Y si la multinacional de turno dice que hay que acojonar al personal, pues se le acojona.
Estoy completamente de acuerdo con lo que ha dicho el Sr. Griffin.
Hace unos meses publicaron (creo que en El Mundo) una entrevista con el grandísimo Manuel Toharia donde precisamente ese era el trasfondo de la cuestion: ¿cambio climático? ¿Pero quiénes somos nosotros, que tenemos registros más o menos fiables desde hace apenas 200 años de datos, para decir que el clima está cambiando? Como mucho se pueden constatar ciertas variaciones meteorológicas en estos últimos años (como corresponde a un planeta vivo y en constante movimiento y evolución), pero de ahí a inferir que el clima está cambiando va un mundo. Es más: el clima siempre ha estado cambiando y siempre lo hará, pero los datos que tenemos no nos permiten afirmar causa antropogénica o simplemente evolución debida a los miles de millones de factores que están involucrados en la compleja mecánica del funcionamiento de un planeta.
Nada. Que no nos entra en la cabeza. Mientras tanto, magnates y gerifaltes seguirán metiéndonos el miedo en el cuerpo. Ellos seguro que tienen las espaldas cubiertas con "energías alternativas" listas para funcionar en cuanto se acabe la teta de la que chupan ahora. Perder negocio no lo van a hacer, no.
Y como dice Tro, aquí os dejo un fragmento de una canción de Marea:
De niño no me gustaban los libros ni las sotanas
ni salir en procesión,
era tan desobediente como el viento de poniente,
revoltoso y juguetón,
en vez de mirar pal cielo
me puse a medir el suelo que me tocaba de andar,
y nunca seguí al rebaño,
porque ni el pastor ni el amo eran gente de fiar,
empecé haciendo carreras
por atajos y veredas muy estrechas para mí,
y decían mis vecinos
que llevaba mal camino apartado del redil,
siempre fui esa oveja negra
que supo esquivar las piedras que le tiraban a dar,
y cuanto más pasan los años
más me aparto del rebaño porque no sé adonde va