Estimados foreros todos:
En los desiertos de arena la humedad del aire es extraordinariamente baja. Ni una tenue nubecilla durante meses y meses e, incluso, años y años.
Los Tuaregs, Tuaregas, Beduinos, Beduinas, etc. no tienen en su lengua palabras para referirse al rocío ni a la escarcha porque no las necesitan para nada (esto me lo invento yo, que no tengo ni idea de si es verdad o no, pero “si non e vero e ben trovato”).
Sin embargo la concentración de CO2 en el aire de esos desiertos es, poco más o menos, la misma que en cualquier otro punto de la Tierra.
En los susodichos desiertos, las variaciones de la temperatura del aire en 24 horas son brutales: se pasa de 45ºC a la sombra durante al día a temperaturas de varios ºC bajo cero poco antes de la salida del Sol.
No parece que el CO2 (cuasi-único GEI en el desierto) actúe gran cosa, porque, al toque de fajina (toque de ir a comer, para los/as que se libraron de la mili), cuando la temperatura del aire es de 45ºC, la temperatura de la arena puede llegar a 65ºC e incluso más. Más bien parece que ese CO2 de mediodía en el desierto es un buen refrigerante.
Luego llega la noche y el CO2 tampoco aparece a lista de retreta (toque de pasar lista antes de irse a dormir, para los/as mismos/as de antes), porque hace un frío del demonio.
En el desierto manda Lorenzo y punto-pelota.
¿Y en el no desierto?
Pues, en mi humildísima opinión, mandan Lorenzo, el vapor de agua y las nubes.
El CO2 generará mucho o poco efecto invernadero, pero pinta menos que la Tomasa en los títeres, en el desierto y me temo que en el no desierto también.
Saludos,
Juan Mendos