Unas cuantas apreciaciones:
- Quemas: no sé cuál es la legislación en cada sitio. En la Región de Murcia a menos de 400 metros de zona forestal están prohibidas de junio a septiembre, y el resto del año requieren autorización. Las quemas incontroladas de rastrojos están prohibidas. Problema: el listo que to lo sabe y como lleva quemando toda la vida, va un 20 de mayo y quema los restos de poda o lo que sea a 3 metros del monte. Tiene 15 hectáreas de viña y la hoguera ha de estar pegada a los árboles, porque yo lo valgo. Efectivamente, se debería favorecer el triturado de materia orgánica, ahora que tienen un uso como biocombustible, pero no siempre es viable.
- Maquinaria: es inevitable que salga algún incendio de cosechadoras, trenes, coches que arden... pero el porcentaje es ínfimo con respecto a otras causas (más comunes en el caso de los coches, ahí se deberían vetar algunas pistas forestales porque subir al monte con el Renault 19 del abuelo es tentar al diablo).
- Intencionados: evidentemente, donde hay perspectiva de negocio el monte arde, eso es así como que la Tierra da vueltas. Y encima los cabrones saben cuándo y cómo hacerlo, saben dónde se hace más daño. El problema es que es dificilísimo pillarlos, y aún así tendrías que cogerlos con un mechero en una mano y la lata de gasolina en la otra, porque se escapan judicialmente como quieren. También hay incendios intencionados ligados a venganzas, rencillas, caza... el mundo rural es un ecosistema humano más sórdido y menos idílico de lo que nos pensamos. Es la primera lección que aprendí en su día.
Esperemos que este verano no sea un drama, y que no haya víctimas a causa de los incendios.