CUEVA DE LA PILETA
La Pileta fue descubierta en 1905 por José Bullón Lobato, propietario de la tierra en la que está la entrada a la cueva, mientras buscaba guano para utilizarlo como abono de las tierras. Las pinturas rupestres fueron estudiadas por Hugo Obermaier, el Abate M. Breuil y W. Vernet ya a comienzos de siglo, en 1912; en 1915 y como resultado de estos estudios se publicó la primera obra sobre la cueva y sus pinturas: «La Pileta à Benaoján (Málaga, Espagne)» publicada por el Instituto de Paleontología Humana de Mónaco. Como consecuencia de esta primera publicación y de la popularización de las pinturas de la cueva fue declarada Monumento Nacional en 1924.
Las exploraciones de la cavidad y de los restos arqueológicos continuaron a lo largo de toda la primera mitad del siglo XX. La cueva resistió, gracias a la familia Bullón, que desde el descubrimiento han sido propietarios, guias y conservadores de la cavidad, en buenas condiciones la Guerra Civil Española, durante la cual inclusó se trató de usar como polvorín. Las primeras publicaciones de autores españoles aparecen a partir de 1950, comenzando por Simeón Giménez Reyna, que tras una excavación arqueológica en la Pileta, publicó la única estratigrafia arqueológica del yacimiento, con restos materiales de época postpaleolítica. A partir de los 50, todos los autores que se han ocupado de la cueva, Francisco Jordá, Eduardo Ripoll o Javier Fortea o el matrimonio Dams, lo han hecho en relación con el conjunto de sus pinturas, aunque ente los estudios más recientes y detallados está el llevado a cabo, en 1985, por José Luis Sanchidrián y su equipo, publicado en la Revista de Arqueología en sus números 66 y 117, entre otras publicaciones más especializadas.
Siguiendo los trabajos de J.L. Sanchidrián, en la Pileta puede encontrarse más de 300 mts. de galerías subterráneas decoradas con pinturas, desde simples trazos a conjuntos complejos de figuras y signos, con 463 puntos concretos donde se localizan más de tres mil motivos individualizables. Los motivos pictóricos se pueden dividir en dos grandes conjuntos: los paleolíticos, figuras zoomorfas (entre las que se distinguen ochenta y una especies distintas de animales) y signos abstractos, conocidos como ideomorfos, ya que se supone representan ideas que nos son desconocidas; y los posteriores al paleolítico, figuras y signos esquemáticos. Entre los animales los más representados, por este orden, son:équidos, cápridos, cérvidos, bovinos y peces.