En el límite con el desierto
> Hay una lógica económica, antes que ideológica-ecológica, que se
> fundamenta en la constatación de que los viejos modelos de desarrollo
> conducen a la ruina y al desastre, en la seguridad empírica de que
> recuperar lo sacrificado en el altar de lo que fue progreso y ya no es
> tal resulta a veces imposible y siempre enormemente costoso. Quienes
> pueden permitírselo, los países ricos, se aprestan a salvar su
> patrimonio natural -lo que no les impide trasladar al Tercer Mundo sus
> industrias contaminantes- y cabe pensar que dentro de unas décadas los
> ríos-cloacas quedarán asociados al paisaje de los países pobres
> incapaces de reaccionar. Aunque los correctores lexicográficos
> automáticos de español refutan todavía, por extraño, el vocablo
> "sostenibilidad", ésa y no otra es la palabra clave de los tiempos
> venideros.
>
> Sin necesidad de apuntarse al catastrofismo -ya hay bastante dramatismo
> artificioso en la confrontación territorial y política española por el
> agua-, la realidad es que nuestro sistema se nos está haciendo cada vez
> más vulnerable e insostenible y que frente a una demanda-exigencia de
> agua progresivamente mayor -crece a un ritmo del 13% anual- seguimos
> disponiendo de los mismos recursos: unos 110.000 hectómetros cúbicos
> potenciales, de los cuales únicamente son aprovechables directamente el
> 9%. Ese caudal limitado -menguante, cabría decir, a tenor del promedio
> de lluvias de los últimos años- está condicionado, además, por una
> orografía imposible y un régimen pluviométrico diabólicamente irregular
> que divide radicalmente a la Península entre la franja húmeda del norte
> y el resto seco.
>
> "No es que llueva mucho menos que en el resto de Europa", aclara Adrián
> Baltanás, director de la empresa pública Acuamed, encargada de gran
> parte del centenar de actuaciones (plantas de desalinización,
> reutilización de aguas residuales, modernización de regadíos, mejora de
> abastecimientos, aprovechamiento de aguas subterráneas) encaminadas a
> sustituir el frustrado proyecto del trasvase del Ebro. "Si consideramos
> el agua que revierte en los cauces y ríos (las escorrentías), nosotros
> disponemos de unos 2.700 metros cúbicos (cada metro cúbico son 1.000
> litros) por habitante y año, mientras que la media europea es de unos
> 3.000. Nuestro gran problema es la irregularidad temporal y geográfica
> con que llueve, y la elevada evaporación, claro".
>
> La gran paradoja del caso español es que los productos más rentables,
> los que brillan en los supermercados europeos, se cultivan precisamente
> en el arco mediterráneo, allí donde llueve muy poco, en áreas como
> Almería y Murcia, las más secas del continente europeo, cuyos índices de
> pluviosidad les equiparan con el desierto. "El año hidrológico nos ha
> dado 150 litros por metro cuadrado, cuando la referencia que se
> establece para fijar el límite con el desierto es de 250 litros por
> metro cuadrado", indica Manuel Aldeguer, comisario de la cuenca del
> Segura. Es una contradicción irresoluble porque las ventajas de los
> cultivos mediterráneos, dos, tres y hasta cuatro cosechas al año, se
> derivan de la alta disponibilidad solar, las elevadas temperaturas
> medias y la ausencia de heladas.
>
> Entre medio millón y un millón de pozos
> "Producimos cuando el resto de la agricultura de Europa está parada, y
> ésa es nuestra ventaja, el valor añadido. España es un minicontinente
> capaz de producir de todo, desde papaya hasta leche, pasando por maíz",
> subraya el secretario general para la Agricultura, Fernando Moraleda. El
> peso económico del arco mediterráneo se evidencia en el valor que
> obtienen sus exportaciones agrarias: más de 800.000 millones de pesetas
> en 2000, el 68% nada menos de las exportaciones agrícolas de toda
> España. Claro que si hablamos de Almería -el 16% de la superficie
> cultivada en esa provincia es de invernadero, bajo plástico-, la
> principal contrapartida ecológica es el vaciamiento y contaminación del
> gran acuífero del Campo de Dalias, que recoge las aguas de Sierra
> Nevada. La voz de alarma, lanzada años atrás cuando el cultivo bajo
> plástico alcanzó las 9.000 hectáreas, no ha impedido la continua
> sobreexplotación de ese acuífero y la extensión del invernadero, que hoy
> alcanza las 27.000 hectáreas, el equivalente a 54.000 campos de fútbol.
>
> A la extensión continuada de los cultivos -con 3,5 millones de
> hectáreas, España dispone de la mayor superficie de regadíos de toda
> Europa-, se suma el incremento de las urbanizaciones en un área que
> acoge a buena parte de los 45 millones de turistas internacionales y en
> la que el consumo de agua ha aumentado un 30% en los últimos cinco años.
> Por los estudios realizados en Lanzarote se sabe que los turistas
> utilizan una media de 230 litros de agua por persona y día, frente a los
> 150-160 litros de la población española. De acuerdo con los datos de
> 2003, la densidad de población en las cuencas del Mediterráneo (155
> habitantes por kilómetro cuadrado) está a punto de duplicar a la media
> nacional (86,1 habitantes por kilómetro cuadrado).
>
> Tal y como establecen los informes de la Organización para la
> Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) y proclama a diario la
> evidencia misma, en España existe "un desequilibrio agudo entre la
> oferta y la demanda", un desequilibrio acelerado entre lo disponible y
> lo necesario que ni todos los proyectos de nuevos embalses y trasvases
> pueden ya por sí mismos resolver. Entre otras razones, y al margen del
> impacto ambiental que conllevan las grandes obras, porque se ha
> demostrado que la política de allegar nuevos recursos hídricos a zonas
> de escasez crea nuevos consumos y demandas que superan las nuevas
> disponibilidades. Las meras expectativas de agua en las zonas costeras
> del levante y el sur español disparan automáticamente proyectos de
> urbanización y de extensión de regadíos en una dinámica aparentemente
> sin fin. "Detrás de la pancarta clásica: 'El campo español se muere de
> sed', lo que encontramos, a menudo, son intereses especulativos
> inmobiliarios", sostiene Pedro Arrojo, profesor de Análisis Económico,
> presidente de la Fundación Nueva Cultura del Agua y premio Goldman para
> Europa.
>
> Insumisión hidrológica
> Contra la práctica establecida en la cultura tradicional del campo -"la
> acequia para el riego y el pozo para la sequía", es un dicho clásico de
> la huerta valenciana-, las aguas subterráneas, que sostienen el caudal
> mínimo de los ríos, están siendo utilizadas como recurso sistemático
> para resolver ese agudo desequilibrio entre oferta y demanda. Suponen
> más del 30% de las utilizadas en los regadíos y son las grandes
> desconocidas. El especialista en aguas subterráneas y catedrático de la
> Universidad Autónoma de Madrid en Hidrología Fernando López Vera calcula
> que en España hay en estos momentos entre 500.000 y un millón de pozos,
> en su gran mayoría no declarados. "Pero, en realidad, nadie sabe lo que
> hay", dice, "porque manejamos información de los años ochenta. ¿Y cómo
> vamos a intervenir", pregunta, "si no sabemos a ciencia cierta qué es lo
> que tenemos delante?". Es una preocupación que comparte plenamente el
> secretario general para el Territorio y la Biodiversidad, Antonio
> Serrano. "En efecto, en el terreno estadístico hay un desbarajuste
> notable; no tenemos datos muy fiables", reconoce, "puesto que los
> diversos estudios disponibles dan resultados muy distintos".
>
> La Ley de Aguas de 1985 estableció que las aguas subterráneas,
> consideradas de propiedad privada desde el Derecho romano, pasaran a ser
> de dominio público, exactamente igual que las superficiales. Pero los
> legisladores no se atrevieron a aplicar ese enunciado de forma
> retroactiva e incluyeron un artículo transitorio en virtud del cual los
> dueños de los terrenos conservan la propiedad privada de los pozos, y
> del agua, construidos con anterioridad a la fecha de promulgación de la
> ley. "En la práctica, lo que ocurre es que la gente sigue perforando
> pozos que no declara y que si se les detecta, les basta con argumentar
> que el pozo es anterior a 1985", afirma Fernando López Vera.
>
> A su juicio, compartido por otros expertos, la ley es de difícil
> aplicación y habría que cambiarla. "Como los pozos siguen siendo de uso
> privado", explica, "se necesita una orden judicial para poder
> inspeccionarlos, así que cada cual hace lo que la da la gana y los que
> cumplen con la ley aparecen desasistidos. Tenemos una situación de
> insumisión hidrológica y una Administración impotente, porque las
> confederaciones hidrográficas se inhiben a menudo por falta de medios o
> de voluntad", asegura el catedrático de Hidrogeología. Mientras charla
> con el periodista, Fernando López Vera recibe la noticia de que en la
> cuenca del Segura hay 85.000 hectáreas nuevas de regadíos ilegales
> alimentadas con aguas subterráneas.
>
> Las vertientes del conflicto
> Aunque los responsables de las confederaciones hidrográficas no
> comparten, por lo general, esta imagen de desgobierno, pocos niegan la
> conflictividad que rodea, particularmente, el uso de las aguas
> subterráneas. Las perforaciones ilegales y los "robos" en acequias y
> conducciones que, en ocasiones, transforman en un páramo plantaciones y
> fincas de tradición centenaria, están en el fondo de muchos de los
> litigios que llegan a los tribunales. Según López Vera, sólo en los
> juzgados de Ciudad Real debe de haber entre 2.000 y 3.000 expedientes
> relacionados con el agua. A la lentitud de la justicia se unen en este
> caso las dificultades probatorias que implica todo lo relacionado con el
> agua. "Es difícil probar que había agua donde ya no hay", apunta el
> presidente del Colegio de Geólogos, Luis Eugenio Suárez.
>
> Aunque en un país como España el agua ha sido siempre un elemento
> conflictivo -"en otros tiempos se tiraba de escopeta si el vecino te
> robaba el agua", comenta el director general del Agua, Jaime Palop-, el
> asunto está adquiriendo últimamente una dimensión extraordinaria. A la
> conflictividad vecinal por el agua hay que sumar la confrontación entre
> comunidades autónomas con intereses divergentes -las diferencias entre
> Castilla-La Mancha y Murcia y Valencia no son el único caso-, así como
> la polémica abierta entre las comunidades del PP y el Gobierno central
> por la derogación de la ley del trasvase del Ebro.
>
> El hecho de que el modelo de organización por cuencas fluviales, modelo
> inventado por España y adoptado universalmente, no coincida con la
> estructura autonómica tampoco facilita las cosas. "Hay un divorcio entre
> la gestión de cuenca y el ámbito autonómico, pero tenemos que intentar
> que las autonomías se sientan en las confederaciones hidrográficas como
> en su propia casa", afirma Jaime Palop. El agua se ha convertido en un
> problema de primera magnitud que condiciona drásticamente el modelo de
> desarrollo agrícola, puesto que la agricultura consume hoy el 80% de los
> recursos disponibles.