No sé a vosotros, pero a mí siempre me han fascinado los colores que toman las nubes en los crepúsculos. Es un momento del día único, en que el estratocúmulo más vulgar puede convertirse en un espectáculo mágico pero (y está bien que sea así) efímero. Por eso nunca me canso fotografiar los cielos crepusculares (al atardecer solo, eso sí, porque no soy de natural muy madrugón). El invento de la fotografía digital es fantástico, porque te permite sacar cuantas fotos quieras y experimentar a tu antojo sin gasto inútil de rollo.
Os pego aquí unas imágenes que saqué hace un par de días desde el terrado de casa de mis padres en Reus, cuando el cielo se despejó por primera vez después de varios días de lluvia continuada. En la segunda, se ven al fondo las sierras de La Mussara y Arbolí, para quien le suene.


Salu2 a to2!