Clima Chileno
El análisis del clima en Chile constituye una tarea difícil de abordar, debido a la existencia y manifestación de una extensa variedad de climas, que se ven alterados por factores con disposición y características muy peculiares, los que sumados a algunas particularidades térmicas y pluviométricas, otorgan a gran parte del territorio rasgos de clima templado, con todas las cualidades que éste posee, pero sin una homogeneidad absoluta, sino más bien con variaciones en sus rasgos esenciales, lo que constituye en sí una característica. Además, el imperio climático en lugares de índole tan variada como Isla de Pascua, Antártica y las altas cumbres de los Andes le confiere una impronta compleja al todo climático chileno.
Chile Americano
Uno de los rasgos más sorprendentes del clima en el país es el cambio de las condiciones atmosféricas. La alta oscilación térmica diaria, cuyo promedio de las máximas es muy superior al promedio anual, es un ejemplo de ello. Dentro de este esquema, que se da en Chile Central específicamente, también se puede apreciar la extrema variabilidad de las precipitaciones entre un año y otro, lo que se suma a los períodos húmedos y secos de varios años de duración. Las sequías se conocen en Chile desde tiempos pretéritos, y si bien éstas y los aluviones o avenidas que ocurren en ocasiones constituyen la excepción, se ha observado en las fases de pluviosidad ciclos alternos que se descomponen en períodos lluviosos y períodos con precipitaciones por debajo de lo normal.
Las lluvias se caracterizan por un cierto grado de torrencialidad que se manifiesta con considerable fuerza cada vez que existen abundantes precipitaciones, ello no sólo en el presente sino también en el pasado geológico, hecho que se advierte en los depósitos sedimentarios fluviales. Este carácter torrencial acentuado en ocasiones por la fuerte pendiente de los ríos al salir del sector cordillerano aumenta la competencia del río permitiendo que las aguas sean capaces de movilizar gran cantidad de materiales provocando aguas abajo una activa sedimentación. En el extremo norte del país ocurren cada cierto tiempo (30, 50 años) aguaceros que se transforman en verdaderos torrentes, las avenidas o aluviones, que desaparecen al cabo de pocas horas, pero son capaces de causar estragos de consideración.
Las variedades climáticas más importantes se producen fundamentalmente por efecto de la latitud y de la altura. Aunque esta última es importante, se puede catalogar como secundaria con relación a la anterior, lo que se debe al considerable desarrollo en el sentido de los paralelos que posee el país, que se extiende entre los 17º30’ y los 56º30’ de latitud sur, en Sudamérica y hasta los 90º de latitud sur considerando el Territorio Antártico Chileno, por lo que abarca los dominios climáticos desértico tropical, subtropical, templado y polar.
La disposición y altura del relieve, dada principalmente por las cordilleras de la Costa y de los Andes, esta última con alturas superiores a los 5.000 y 6.000 metros, más la presencia del mar a lo largo de más de 4.000 km. de costa y la influencia de centros de altas y bajas presiones, acentúan, en algunos casos, las características continentales por efecto de biombo climático de las cordilleras que impiden, en parte, la influencia oceánica a los sectores de desarrollo transcordillerano y en otros los moderan sobremanera.
Latitud, relieve e influencia oceánica son entonces los factores fundamentales del clima chileno.
Considerando la extensión latitudinal, debiera en consecuencia existir una gran diferencia de temperaturas entre los extremos del territorio; no obstante, gracias a la influencia moderadora del océano, a la acción benéfica de la Corriente Fría de Humboldt y al movimiento de las masas de aire a excepción de la Antártica y de las altas cumbres andinas, no se presentan grandes diferencias térmicas entre el norte, centro y sur del territorio.
Si bien existe una relativa homogeneidad térmica, no ocurre lo mismo con las precipitaciones, las que varían en monto y distribución, pero normalmente incrementándose con el avance en latitud. En Arica, el promedio anual de pluviosidad es inferior a 1 mm.; en Copiapó se registra alrededor de 20 mm.; en San Felipe 250 mm.; en Santiago 360 mm.; en Talca 699 mm.; en Chillán 991 mm.; en Concepción 1.336 mm ; en Valdivia 2.500 mm.; en Bahía San Pedro 4.319 mm. y en Bahía Félix (Magallanes Sudoccidental) 4.866 mm. En el norte, al interior de las regiones de Tarapacá y Antofagasta, es habitual que las lluvias se presenten en verano (invierno boliviano), mientras que en el centro y sur impera el régimen de lluvias de invierno.
Las condiciones de estabilidad climática y el déficit de precipitaciones en extensos sectores del centro del país y fundamentalmente en el extremo norte, tienen su explicación por la presencia del centro de altas presiones subtropicales del Pacífico Sur, que se establece entre los 30º y 40º de latitud sur. El extremo sur, por el contrario, está sujeto a las condiciones derivadas de la influencia de las bajas presiones subpolares que se encuentran aproximadamente a los 60º de latitud sur. Ambos centros sufren desplazamientos anuales en invierno y verano haciendo sentir su influencia en toda la parte sudoccidental del continente. Durante el verano, el anticiclón se mueve hacia el sur, registrándose un desplazamiento isobárico más alto en esa dirección y el buen tiempo se manifiesta hasta las regiones australes. En invierno experimenta un retroceso y son las bajas subpolares las que avanzan sobre el continente en dirección al norte.
La existencia y movimiento de los vientos obedece a la dinámica de la circulación atmosférica a nivel del planeta. Dentro de ese esquema, las altas presiones subtropicales producen los vientos provenientes del oeste, del SO y del NO, según se considere las áreas ubicadas al norte o al sur de este centro. Aquellos que se dirigen al sur son los Bravos del Oeste (Westerlies) y los que van al norte, los Alisios. La importancia de ellos, esencialmente los Bravos del Oeste, radica en el transporte de masas de aire de diferentes características de temperatura y humedad que van a producir las precipitaciones de relieve y de carácter frontal.
En el norte y centro del país dominan los vientos sur y sudoeste en primavera y verano; en otoño e invierno los del norte y noroeste.
Desde Chiloé hasta las Islas Diego Ramírez imperan en toda estación los vientos constantes del oeste, que azotan con gran intensidad la Región Magallánica.
Además, existen vientos locales que son de componente oriental (fohen), como el Puelche (Biobío, Malleco y Cautín) y el Raco (Valle del Maipo). El Terral se produce por las diferencias de temperatura y de presión entre el continente y el océano; son las brisas de mar a tierra que ocurren en verano durante el día y por las noches de tierra a mar.
La existencia del Frente Polar es de gran influencia en el extremo sur del territorio por cuanto corresponde a un sector de grandes trastornos y severos conflictos atmosféricos con abundantes precipitaciones, debido al encuentro de masas de aire cálido (Bravos del Oeste) y de aire frío de origen polar.
Territorio Chileno Antártico
En el continente antártico las condiciones climáticas son extremadamente rigurosas e impera allí el denominado Clima Polar Verdadero. El territorio chileno en su parte más periférica y septentrional, precisamente en la Tierra de O’Higgins, presenta ciertas características de menor crudeza climática, debidas a su posición costera.
Existe una disimetría térmica entre las costas oriental y occidental de la Península Antártica, ya que las temperaturas son notoriamente menos frías en la parte oeste, bañada por el mar de Bellingshausen, que en el sector oriental bañado por el Mar de Weddell. En la costa e islas, como las del grupo de las Shetland del Sur, la temperatura durante el invierno oscila entre los –15ºC y –25ºC; en verano, en rarísimas ocasiones el termómetro marca sobre 0ºC. Hacia el centro del continente, la temperatura disminuye bajando en invierno hasta –50ºC y en verano hasta –10ºC. Es así que el promedio térmico en las Islas Shetland es de –2ºC y en la latitud de Bahía Margarita es de –6ºC.
Las precipitaciones son de carácter sólido, esencialmente nivosas. Sin embargo, en la parte septentrional de la Península Antártica y en las Islas Shetland las lluvias se manifiestan con cierta frecuencia durante los meses de verano.
Los vientos huracanados, fríos y secos, soplan con mucha fuerza alcanzando una velocidad de hasta 200 km/hr.
El continente antártico –cubierto en aproximadamente el 95% de su superficie por una gruesa capa de hielo que alcanza en promedio los 2 mil metros y en algunos puntos supera los 3 mil metros de espesor– ejerce una notoria influencia y control en el clima del hemisferio sur debido a que los centros depresionarios se generan allí y luego avanzan sobre África, Australia y América del Sur, por lo tanto, el rol que desempeña en el clima de Chile Americano es esencial no sólo en el control de las temperaturas, sino también en la existencia de precipitaciones (acción del Frente Polar) y si su influencia no es mayor aún, se debe al hecho que el hemisferio austral es predominantemente oceánico.
Isla de Pascua o Rapa Nui
El clima reinante en la Isla ha recibido varios nombres que van desde el tropical hasta el marítimo templado-cálido.
Como cálido y moderadamente húmedo con precipitaciones a lo largo de todo el año, aunque el verano es ligeramente más seco, se clasifica a este clima de influencia netamente marítima que se encuentra bajo la acción del Anticiclón del Pacífico Sur.
Corresponde en términos generales a un subtropical de influencia oceánica.
Sus cielos rara vez se encuentran totalmente despejados (nubosidad media anual 5,0 en sistema 8/8) y son muy frecuentes los cambios atmosféricos bruscos acompañados de fuertes chubascos.
La temperatura media anual es de 20,4ºC, siendo la máxima absoluta de 31,1ºC en enero, aunque el mes más cálido es febrero con 28,2ºC de temperatura máxima media.
La mínima absoluta es de 8,0ºC en el mes de agosto, siendo éste y julio los meses más fríos con 17,8ºC de temperatura promedio mensual.
Las precipitaciones ocurren durante todo el año, pero en febrero y octubre tienden a ser relativamente escasas. En Mataveri se registra una precipitación media anual de 1.233 mm. A pesar de la poca superficie de la isla, es posible observar algunas variaciones en cuanto al monto de las precipitaciones en diferentes sectores. Por ejemplo, en los sectores más altos de la parte noroccidental, Maunga Tere Vaka, se registra un promedio de 1.500 mm. En Poike, sector oriental, más seco, existe una media de alrededor de 1.000 mm. Dos máximos de precipitación se presentan a lo largo del año: enero y junio, siendo este último mes más lluvioso con 128 mm. El mes más seco corresponde a septiembre que presenta 76 mm.
La humedad atmosférica es alta con más de un 80% de humedad relativa durante todos los meses del año.