Yo te entiendo perfectamente: las frustaciones son difíciles de aceptar; además, si son persistentes y no podemos hacer nada para superarlas, son aún más duras.
Yo, paso casi cada día por el pantano de Pajares y recuerdo lo que fue aquel pueblo, sus hermosas casas (algunas, de familiares míos), sus prados con las vacas, las vegas con sus abedulares, el río con sus truchas... y ahora sólo tierra yerma, el pueblo desaparecido, no queda ni una piedra, convertido todo en un mero depósito de agua para regar maíz excedentario en Aragón y el sur de Navarra.
En fin...
Eso sí, tengo fotos de todo aquello, de aquellos años; no hay que olvidar nuestro pasado por nada del mundo, la memoria al menos no nos la pueden quitar...
avergonzado