A mi me pilló de vacaciones en Donosti "el bicho".
Concretamente a eso de las seis de la tarde del lunes estaba visitando el aquarium con la familia y unos amigos, cuando empecé a oir los primeros truenos. Ya durante la mañana y primeras horas de la tarde se podía intuir la llegada de un frente por la sucesión característica de especies nubosas.
Mirando por una ventana del museo comprobé como la negrura del cielo se hacía cada vez más intensa en la bahía, cuando, minutos más tarde, al intentar salir del recinto, comprobé la tremenda tromba de agua y viento que estaba empezando a caer.
Volvimos hacia atrás y nos quedamos en la cafetería del aquarium, contemplando tras los enormes ventanales el maravilloso espectáculo.
El granizo más grande que llegué a ver caer en la terraza era como una uva. Los impactos del granizo sobre el mar (por cierto, que no estaba demasiado encabritado) provocaban una impresionante salpicadura. La intensidad era tan increible que dejamos de ver frente a nosotros la isla de Santa Clara. Lástima que no tuviera la cámara a mano, aunque poco habría salido...
Vamos que me volvía a Madrid con un bonito recuerdo meteorológico.