En resumidas cuentas, lo que importa es la Tª potencial de las distintas capas de aire. Y ésta, normalmente, crece con la altura.
Para que el viento y la consiguiente turbulencia enfriase valles y calentase cimas, la Tª potencial debería disminuir con la altura: entonces, habría inestabilidad (tormentas) y turbulencia, la cual reduciría el gradiente de superadiabático a adiabático.
Pero digo yo (y es que este tema trae cola, como para llegar a Nochevieja hablando de él):
¿Serían posibles gradientes superadiabáticos en los niveles más bajos que sí hiciesen capaces a los vientos de refrigerar la Tª?
Desde luego, cuando comparamos las temperaturas de superficie con las de 500 hPa, rarísima vez (¿nunca?) se alcanza el GAS (1º/hm).
Pero vamos a centrarnos en la capa límite, la que está sujeta a las turbulencias del rozamiento y de altura comparable a las colinas, etc.
Imaginemos una noche templaducha de invierno, en la que ni hiela en las superficies ni en la garita, con rocío, una Tª de 4º... un asco, vamos.
De pronto irrumpe una siberiana (muchas veces ha pasado así) con la iso 0 desplomándose por debajo de la altitud de la zona en cuestión. Evidentemente, ese aire se calentará de abajo a arriba, por contacto con los objetos (pura advección). ¿Llega entonces a darse en ese estrato de aire un gradiente superior al GAS, que haga que el viento lo que logre sea un enfriamiento neto de la superficie al contrario que si hubiese calma?
Pero entonces, ¿cómo va a haber calma si con un gradiente tan elevado tiene que haber turbulencia por narices?
Como mucho, el viento creo que lo único que haría es acelerar la transferencia de calor por convección (por eso tenemos más frío con viento a igual Tª) tanto más cuanto más fuerte, pero...
No sé, ahí dejo la duda que ha surgido de mi debate con Amadeus.