Nueva era para el uso energético del hidrógeno
Se va acercando el consenso mundial para frenar el cambio climático. Aunque otros problemas más dramáticos atraigan la atención pública en este momento, no cabe duda de que el cambio climático que se va desarrollando con implacable intensidad constituye la mayor amenaza con que se enfrenta nuestro presente modo de vida y, a largo plazo, hasta la misma subsistencia del hombre en este planeta.
FUENTE | Expansión
El acuerdo universal para poner freno a un reto tan colosal dio un notable paso adelante con la ratificación por el Parlamento de Rusia de la incorporación de ésta a los 126 países que ya han aceptado el Protocolo de Kioto. Como es sabido, los EE.UU., que simpatizaron al principio con los propósitos de este tratado, se retiraron a finales de 2001, pretextando que semejante reducción o estabilización de los gases de efecto invernadero perjudicaba a su industria y no constituía un remedio adecuado.
Por desgracia, son evidentes las sequías y hambres causadas por el empeoramiento del clima, junto con enfermedades multitudinarias, la pérdida de zonas verdes, la escasez de agua, la polución de los mares y el retroceso de las costas, junto con la disminución de los hielos marinos y de los glaciares; todo ello en términos que no admiten discusión.
España se comprometió en 2002 a contener y estabilizar los gases industriales que se suman al efecto invernadero, pero sigue sin cumplir los objetivos de dicho control y sus industrias no aceptan sin reproches los reajustes prescritos.
Es difícil, ciertamente, paliar el crecimiento de la producción con las reducciones impuestas por Kioto, pero el problema no puede resolverse más que evolucionando hacia factorías y medios limpios, o comprando a otros países los derechos que les sobren en cuanto a emisión de gases. Se entiende que los sectores industriales españoles afectados se muestren inquietos, y así se exteriorizó hace más de un año cuando el Gobierno asignó los derechos de emisión en plan reductivo.
ALTERNATIVAS ENERGÉTICAS
El empleo del hidrógeno sobresale entre las nuevas fuentes de energía. Tal como ha ocurrido desde hace siglos en el desarrollo de la ciencia y de la técnica, las dificultades que vemos surgir estimulan la investigación de fuentes sustitutivas de energía no contaminantes.
Los estudios y experimentos desarrollados desde hace años otorgan un lugar destacado, tanto en beneficios como en cercanía del aprovechamiento, al uso del hidrógeno como fuente de energía, sin perjuicio de que en lugares y formas convenientes se esté empezando a utilizar la energía de las olas, la del viento, el calor de las honduras subterráneas y otras fuentes energéticas, por no citar la nuclear, tan conocida, discutida, y desarrollada.
MÉTODOS DE OBTENCIÓN
Como es sabido, el hidrógeno puede obtenerse sin dificultades técnicas prohibitivas -aunque sí, dignas de más profundos estudios- partiendo de fuentes variadísimas que abarcan desde la electrolisis hasta la transformación de la biomasa formada por residuos.
Los centros de investigación de todo el mundo se aplican a mejorar los métodos tanto de obtención como de aprovechamiento del hidrógeno, y en febrero de 2005 las universidades de Minnesota y de Patras presentaron un reactor que genera hidrógeno a partir de una mezcla de etanol y agua. El pasado noviembre, dicha nueva fuente energética estuvo presente en la Feria Industrial de Shanghai, mediante impulso del Ministerio de Ciencia y Tecnología de China. Este país tiene unos acuerdos de cooperación con Alemania que han cristalizado en una reunión del comité conjunto en Pekín.
PILAS DE HIDRÓGENO
Está publicándose un noticiario en la web llamado Fuel cell today, repleto de novedades y propuestas acerca de las pilas de hidrógeno, y hace unos meses se celebró en Lübeck un concurso entre estudiantes para premiar sus mejores proyectos de aplicación de la energía del hidrógeno a los teléfonos móviles.
Uno de los ramos en que ha triunfado más claramente el designio de aprovechar la energía contenida en el hidrógeno ha sido el del transporte, por la facilidad con que las pilas de dicho elemento se acoplan a un motor eléctrico.
Las marcas de automóviles no cesan en estudiar la aplicación del hidrógeno a los mismos y sus prototipos han corrido ya miles de kilómetros con la misma brillantez.
General Motors y Opel, entre otras muchas, tienen un programa para poner en venta más de dos mil unidades de coches no contaminantes, a costa de haber invertido más de mil millones de dólares en la investigación. No se trata, pues, de soñar futuros prodigiosos sino de aprovechar y canalizar hechos actuales de probada efectividad.
Autor: Mario Aguer Hortal (Miembro de la Real Academia)