En todo caso queridos compañeros, convendréis conmigo que lo que estamos viviendo en la península en general -y particularme por el interior, aunque no sólo- es sencillamente excepcional. No digo insólito ni inédito. Digo excepcional, y es que lo es.
De hecho, desde que a mediados de Febrero cambió la dinámica atmosférica dando paso a una variada panoplia de regímenes en la que aún estamos inmersos, lo cierto es que muy pocos días de tregua han permitido que las máximas estuvieran dentro de los valores normales para la época o se superaran. Me atrevo a decir que, en Madrid por ejemplo, un 80% de los días desde entonces han tenido máximas inferiores a la típica de la fecha, un 10% similares y el restante 10% superiores. Sería curioso hacer este estudio.
Sea como fuere lo que sí tengo claro es que esta primavera húmeda y fría y estas situaciones concretas que implican records, van a pasar a la historia de nuestra meteorología patria y serás estudiadas con detalle durante las próximas semanas y meses. Y por supuesto dejan bien clara la escasa utilidad de los modelos estacionales y como última derivada nos hacen preguntarnos si determinadas variables -NAOS, NOAS etc etc- mantienen siempre correlación consistente a la hora de hacer pronósticos o estudiar determinadas situaciones. Da más la sensación que, como en otras ciencias, resulta más sencillo explicar lo que ha sucedido a toro pasado que haberlo previsto -estaba pensando, por ejemplo, en la economía-. En todo caso es una lección de humildad.
Y estos records que están cayendo es posible que se mantegan mucho años. O no.