Estoy de acuerdo con las últimas opiniones expuestas. Creo que la "isla de calor" influye en las temperaturas que se registren en cada momento (más o menos contraste con el entorno según las condiciones), pero
para nada en el "cuaje" de la nieve en sí. Yo lo tengo experimentado aquí en Luxemburgo, donde suele nevar muchas veces, aunque en pequeñas cantidades, y muchas de ellas no llega a cuajar.
A una misma temperatura, cuaja exactamente igual en la ciudad que el campo (salvo en puntos muy concretos, como zonas de asfalto "salado", calles con microclima, etc.). Hay una prueba clarísima en este sentido. Luxemburgo ciudad tiene un gran parque ubicado en el centro histórico (rodeando las antiguas murallas). En situaciones de nevadas "dudosillas", la nieve cuaja perfectamente en este parque. Si la isla de calor afectara al cuaje de la nieve, los alrededores de la ciudad estarían blancos, pero no el parque, que está en el centro. En el caso de una gran ciudad, ya no estoy tan seguro. Habría que ver qué ocurre en Madrid en el Retiro, por ejemplo, en situaciones con nieve a la misma altitud.
Yo creo que el verdadero problema - que es lo que nos trae de cabeza a todos - es que la inmensa mayoría de situaciones con posibilidad de nieve en nuestras latitudes/altitudes, esa situación siempre está en esa zona fronteriza "lluvia-nieve" (o sea, que si sí que si no), y en esos casos la nieve nunca acaba de cuajar del todo bien, porque o bien le falta precipitación en cantidad suficiente o bien le falta (o mejor dicho, le sobra) temperatura). En Moscú, por ejemplo, este "problema" no se plantea, claro está, por muy megaurbe que sea y mucha isla de calor que tenga. La contaminación y el calor que emite Moscú a la atmósfera es bestial (lo he podido comprobar sobre el terreno!), pero claro, allí en invierno la inmensa mayoría de veces en que precipita, tienen margen de temperatura de sobras. En Europa Occidental, en cambio, casi siempre estamos "al límite".
Así lo veo yo.