Un breve comentario para los dogmáticos defensores y detractores a toda costa de si el cambio climático ocurre o no, o si es antropogénico o no. A mi la paranoia y los dogmas de fé no me valen. Llevo en este foro varios años por la pasión que despiertan en mi los fenómenos meteorológicos y climáticos, y cada vez que veo que un topic empieza con la dinámica del desprecio mutuo entre unos y otros blandiendo argumentos cuando menos dudosos, y que otras veces recuerdan al "y tu más" de las peleas de niños, me digo que no puede ser, que se supone que aquí debatimos de forma científica y experimental
Estudio arquitectura y estoy terminando la carrera. Un punto donde se debiera trabajar y mucho es en el despilfarro en la construcción, pues gran parte del gasto energético proviene de este sector. Y es que además de ser un gasto enorme en el momento de la construcción y de la fabricación de materiales, muchos aspectos de la mala construcción afectan durante años al consumo energético, literalmente tirando la energía. Además está la generación de residuos de construcción. Un auténtico derroche sin sentido.
Explicaré primero el consumo energético en la fabricación de materiales. El hormigón, ese material tan querido en la especulación urbanistica, necesita la fabricación del clinker del cemento, que precisa de temperaturas de más de 1400ºC para calcinar las arcillas, y se producen miles de millones de toneladas de este material cada año en el mundo, con el consiguiente gasto eneregético. El ladrillo para su cocción necesita casi 1000ºC. El acero a 1500ºC. El hormigón armado, contrariamente a lo que se piensa, es un material muy poco duradero, sobretodo si está mal ejecutado, ya que si las armaduras comienzan a corroerse, y resquebrajan el hormigón que las recubre, quedan más expuestas al aire y se corroen a mas velocidad resquebrajando más el hormigón y así sucesivamente en un proceso que cuando comienza, dura muy poco y tiene dificil solución. La media de vida útil (con honrosas excepciones de buena ejecución) es de unos 50 años. Y de una demolición de una construcción de hormigón no se puede reciclar prácticamente nada, mientras que en el caso de los metales se puede reciclar casi todo. El hormigón en masa, como el que se utiliza normalmente en los embalses, no tiene eses problemas de durabilidad ya que no contiene armaduras, y lo que trabaja es la forma y el peso.
Resumiendo, que aumentando la durabilidad, la reciclabilidad, el consumo en la fabricación, y reduciendo el ritmo de la construcción a uno bajo y estable se ahorra muchisima energía. La dinámica de boom-crisis lleva a despilfarros, excesos, destrucción del medio ambiente y a construcciones de mala calidad.
La mala construcción supone un despilfarro a largo plazo, además de no conseguir el grado de confort deseado. Vamos, que de aquellos polvos estos lodos. Durante los sucesivos booms de la construcción el 90% se llevaba a cabo única y exclusivamente para beneficio de los especuladores en bienes inmuebles, y por supuesto el único interés en todas las partes involucradas era el forre por el forre. La vida útil de los edificios está fijada en el Código Técnico todavía hoy como 50 años, irrisorio ya que 200 años o más se podrían lograr perfectamente como media, solo construyendo con sentido común.
Pues bien, a parte de la durabilidad, el confort de los edificios está basado en arquitectura activa. Es decir, calefacción y aire acondicionado: fuerza bruta. Cuando ya clamaba al cielo el derroche se optó por nuevas formas de energía, las renovables, que me parece muy bien, pero el problema de fondo sigue igual que antes: arquitectura activa. ¿De que sirve poner solares, eólicas (no os confundáis, soy un defensor de las renovables - exceptuando al biodiesel que me parece especular con la comida) si no se disminuye el consumo energético? Los esfuerzos deberían centrarse en alcanzar la arquitectura pasiva.
Explico a que me refiero con arquitectura pasiva. Esto no es nuevo. De hecho es tan viejo como la construcción. Consiste en utilizar todas las técnicas que favorecen el confort (térmico, de humedad, etc.) en un determinado clima sin utilizar energía activa (ni electricidad, ni fuego, ni combustibles, ni molinos, ni animales tirando de manivelas ni nada que requiera un esfuerzo energético). Toda la historia de la arquitectura está plagada de ejemplos en este sentido. En especial la arquitectura vernácula, es decir la que construían las personas de un determinado lugar con sus propias manos. Y por supuesto que nadie se engañe, no se trata de imitar la imagen nostálgica tradicional y de paisaje, sino en extraer todos los conceptos que salen del menos común de los sentidos: el Sentido Común.
Pues bien el más importante de estos conceptos es el factor de forma: la proporción entre superficie en contacto con el exterior y el volumen encerrado. Está íntimamente ligado con el clima. Cerca de los polos las casas son lo mas esféricas posibles (con la mínima superficie expuesta a las inclemencias, encierra el máximo volumen posible), mientras que en climas cálidos las casas se abren por todos lados, con patios y dependencias separadas (máxima superficie expuesta al aire con el mínimo volumen encerrado). Por eso un zulo en Almería es más zulo que en los Pirineos teniendo la mísma superficie. Por eso los esquimales vivían en iglús, en Ancares en pallozas, los vikingos en casas cuadradas, y según se va bajando hacia el Trópico o por las laderas de los montes van apareciendo patios cada vez mayores y en mayor abundancia.
Después están las estrategías contra el frío y las estrategías contra el calor. Contra el frío se puede optar por el aislamiento y una mínima calefacción como en las casas tradicionales europeas con la cuadra debajo, muros anchos y el techo de paja, o bien por retirar la humedad y amantarse como en las casas Japonesas donde se ventilaba a traves de los cerramientos de papel en pleno invierno para retirar la humedad, y se ponían de cuclillas y se envolvían en el kimono con una piedra caliente en el pecho. No se trata de meter animales en el edificio ni de calentar piedras, se trata de repensarse estas estrategias y modernizarlas antes de meter calefacción a pelo gaste lo que gaste. Más ejemplos de arquitectura pasiva contra el frío son la galería (como en la costa gallega), el uso de agua como regulador térmico (tiene una gran inercia térmica)... Contra el calor está la sombra - el famoso brise-soleil o parasol que utilizaba LeCorbusier en la India, el patio, el agua de nuevo como regulador térmico en los captadores de viento de la arquitectura islámica (
http://es.wikipedia.org/wiki/Captador_de_viento)... Todas estas estratégias van ligadas cada una con su clima.
Un caso curioso es el siguiente: el factor de forma intuitivamente nos lleva a pensar que cuanto menor latitud más patios son necesarios pero llegados a un cierto punto, la estrategia del factor de forma puede varíar, y se vuelve al modelo esférico como en el caso de los rondavel sudafricanos (a la altura del paralelo 30º, que es savana), que se basa en pequeños edículos de muros de tapial circulares con techo de paja o palos, completamente oscuros en su interior y cuya unica ventilación es a traves de las rendijas de la paja; se busca el aislamiento contra el calor en verano y contra el "frío" (unos 12ºC) en invierno. En las versiones modernas de rondavel, en los safaris, se cambiaron las dimensiones, se pusieron muros de bloque de hormigón, techos de fibrocemento, y ventanales. La diferencia es abismal, frente al aislamiento, ahora derrochan energía con el aire acondicionado por una mala construcción, que solo se basa en la imagen de la vernácula, pero que no mantiene los conceptos que la definían.
http://repository.tamu.edu/bitstream/handle/1969.1/6818/ESL-HH-00-05-47.pdfIndependientemente de si afecta o no al clima, ahorrar energía y aumentar la capacidad de adaptación al clima (por si cambia - no vaya a ser) es un camino que se debería debatir en profundidad.