Indignante, feudalismo del siglo XXI. Pero hay amigo, con el poder y el capital (en mayúsculas) hemos topado... Es curioso la manera que emplean algunos tipos de estos en defender e imponer sus posturas, incluso apropiándose de derechos que no les corresponden (pero lo más triste de todo es ver que las administraciones incluso hacen dejación de funciones, e incluso a veces, descaradamente, toman partido respaldando a este lobby de poder "cinegético"). Una pena, Joseco, parece mentira que a ojos de estos colectivos y de todos sus "sirvientes" asociados, llevar una cámara al cuello sea sinónimo de portar un arma peligrosa, cuando los realmente peligrosos son ellos con sus escopetas y su actitud. Pero más gracia me hace cuando éstos (e incluso algunos representantes de la administración, en connivencia con este lobby, que los hay, a pesar que muchos otros desempeñan una admirable labor) van y te dicen que representas molestias a la fauna; debe ser que las escopetas, monterías, rutas 4x4 hasta los últimos rincones, etc, etc, son molestias "menores" comparada con las que tiene que ocasionar una cámara, un objetivo y su portador respetuoso con el medio... Joseco, mírate la legislación en materia de medio ambiente, de Aragón, cada CCAA tiene una distinta que pueden variar sustancialmente (competencia autonómica). Existen algunas restricciones en tema fotográfico especialmente respecto a especies protegidas, ya digo, depende de cada normativa, y como pasa en todas las cosas, puedes llegar a encontrarte supuestos absurdos.
Cada vez más parece que se criminaliza salir al campo para disfrutarlo sin más, fotografiarlo y estudiarlo, de una forma normal y respetuosa, en detrimento de fomentar la proliferación de armas de fuego y la impunidad de los que las portan.
Ya es que ni se va a poder salir a disfrutar y fotografiar la meteorología tranquilamente. Cuento un pequeño suceso que me ocurrió el año pasado. Y conste que ni siquiera era una finca de caza mayor, tan sólo un acotado de caza menor, tan frecuente por cualquier parte. Una bonita tarde de primavera, con amenaza de tormenta, en un pueblo de Albacete, me meto por unos caminos en zona cerealista y de matorrales, y me planto cámara en ristre para seguir una tormenta en formación; al tiempo llega un hombre con coche, hablamos y es un guarda de caza del coto, comento lo que estoy fotografiando (¿Qué fotografías el qué?, me decía...
), y aparentemente todo bien y normal (estoy en el campo como podría estar paseando o comiéndome un bocata, no voy a llevarme conejos ni perdices, que es de lo que iba el coto). Pilla y se va, yo sigo apostado en el mismo sitio, junto a un camino. Pero me doy cuenta que se aleja e intenta ocultarse un poco, quedándose vigilándome (bueno, es desconfiado el hombre, pero que haga lo que quiera, para mí es indiferente). LLega el momento de hacerse de noche, y decido cambiar de posición buscando un punto más elevado, y no muy lejos paro de nuevo para seguir con la "cacería meteorológica". Inmediatamente llega este individuo y dice que no son horas y bla bla... ya alterado; le digo que esa hora es tan buena como otra cualquiera y que yo no vengo a cazar ni a llevarme sus conejos y cía, ya en plan agresivo se pone a gritar: que esto es un coto de caza privado y que está prohibido circular, que no son horas (vaya manía), que me vaya de allí y que no vuelva, que si no me iba a pasar "no se que..." (amenazas). Le digo (ya empezaba a gritar yo tambien), primero que esto es un camino vecinal por el que puede circular todo el mundo y que de acuerdo que el terreno es un coto privado de caza menor, que regula el aprovechamiento cinegético, del cual a mí me importa un bledo, y que eso no significa prohibición de paso, en todo caso de caza, cosa que yo no voy a practicar, así pues de echarme de allí nada de nada; y que por supuesto no había ni cancelas, ni vallados y señales de prohibición de paso. Hecho un basilisco, exclamaba que tomaría nota de mi matrícula; digo, vale, me da exactamente igual no soy ningún delincuente, tomo nota de la tuya igualmente (afirmo)... No se si llegó a hacerlo, indiferente por mi parte, al final terminó yéndose todo cabreado, y desde luego yo quedé allí hasta que estimé que era hora de irme y la tormenta había cesado.
Parece mentira que por salir al monte, al campo, sin molestar a nadie, de forma respetuosa, tranquila y con sentido común, tenga uno que llevarse cabreos y esta clase de desagradables experiencias. Toda la vida se ha salido al campo con naturalidad, las personas y el ecosistema han convivido, claro, hasta que han llegado una serie de caciques a la antigua usanza (eso es lo que demuestran con sus comportamientos) que pretenden negar el uso y disfrute respetuoso del mismo, a todo el que no sea como ellos. Poco a poco, creciéndose de esta manera, si esto sigue así, lo conseguirán, ya veréis.
Y no sigo, que ya ha habido otros "encuentros" anteriores, con parecidos rasgos.