Desde hace días hay un hecho que me sorprende mucho de esta situación, además con unanimidad en los modelos, y es cómo en apenas 24 horas, del jueves al viernes, el potente anticiclón del Atlántico Norte es destrozado por la mini-baja de se desplaza desde las inmediaciones de la costa gallega hacia el NW.
Seguro que tiene una explicación lógica y relativamente sencilla, pero mis conocimientos meteorológicos no llegan a tanto. ¿Alguien que me pueda arrojar un poco de luz?
Me remito a lo que comenta Vigorro. Sólo añadiría además, que ese anticiclón del Atlántico Norte está "montado" sobre una dorsal relativamente móvil que retira hacia una zona donde tiene mayor sustento en todos los niveles (Europa y el calor asociado al continente estos días). Por tanto, la baja tiene vía libre para incorporarse al chorro a través de ese puente anticiclónico, más fácil de "erosionar" de lo que parece.
Muchas gracias a todos por vuestras respuestas, ya me queda más claro, es que llamaba la atención que un anticiclón que no para de intensificarse hasta casi 1040 mb, de pronto es liquidado por una baja aislada débil que además no se mueve dentro de la circulación general, mientras que cuando en otoño, invierno o primavera se nos echa encima de la península ibérica un anticiclón con más de 1030 mb ya lo tenemos garantizado para más de una semana como poco, comportándose como un muro infranqueable para cualquier borrascón atlántico. Pero como bien decís hay muchos parámetros que influyen para determinar la fortaleza del anticiclón, no sólo la presión atmosférica.
Viendo los modelos, podría pensar que el fin de semana sería una situación propicia para la formación de tormentas, ya que tenemos la combinación de calor + núcleos de condensación (polvo en suspensión) + baja presión relativa al encontrarle las altas presiones muy al norte. Sin embargo, según el modelo GFS, para esos días el viento va a venir directamente del Sáhara, por lo que poquita humedad va a poder traer y, por lo tanto, me temo que nos quedaremos sin tormentas.
Además de la baja humedad hay que añadir la ausencia de frío en altura, que es la principal causa de nuestros veranos extremadamente secos a pesar de tener bajas presiones relativas (de origen térmico) durante la mayor parte de la estación, pero no sirven para traducirse en inestabilidad. Tampoco haría falta mucho frío en altura, dadas las elevadas temperaturas en superficie, pero es que no se llega al mínimo gradiente térmico para disparar la formación de nubosidad de evolución de cierta entidad. Cuando tenemos calor, lo tenemos a todos los niveles.