Leyendo el topic, he llegado a la conclusión, como creo que dice Pico Urbión, de que aquí tenemos ideas sobre lo que tiene que ser un monte bastante dispares, en función de la realidad social del monte que a cada uno nos ha tocado vivir en nuestras zonas donde nos hemos criado. Es evidente que por mucho que riñamos defendiendo nuestras ideas no vamos a llegar a ningún consenso, pues queremos establecerlo sobre cosas distintas; es decir, queremos defender un carácter socioeconómico que vemos bueno para zonas que han de tener otro, por clima, cultura, tipo de bosque, etc..., en definitiva problemáticas forestales radicalmente diferentes.
Y en cuanto a la casuística de incendios pues pasa otro tanto, un estudio nacional no dice nada respecto al reparto de las mismas a nivel comarcal, lo único que puede llegar a ser algo más homogéneo, y también con sus diferencias, es el porcentaje de incendios por rayos, el resto, una maraña complejísima en función del lugar e incluso de un determinado periodo de años dentro de las últimas dos dos o tres décadas.
También me gustaría comentar otra cosa, referente a este delicado tema de si debemos dejar el monte tal cual, evolucionando de forma natural, o no, en relación a los incendios forestales. Retrocedamos en el tiempo a una época en que el hombre no existía o, aun haciéndolo, su influencia sobre el medio natural era muy pequeña a nivel global, como la de cualquier especie actual. Los bosques mediterráneos han evolucionado a la par que los fuegos, la vegetación mediterránea se encuentra perfectamente adaptada al fuego, es más, necesita del fuego para regenerarse. Pero repito y no perdamos este dato de vista, siempre y cuando el hombre no tuviera ninguna influencia. Por ejemplo, un bosque autóctono de pino carrasco (que hay bosques autóctonos de pino carrasco en este país aunque muchos se empeñen en creer que las encinas son las universalmente autóctonas en la España seca), no sería capaz de regenerarse sin el fuego, sus piñones no serían capaces de saltar de sus piñas calentadas por el fuego, y así dar lugar a un futuro árbol en una vieja población arrasada por el incendio. Todo esto considerando el devenir natural de ese pinar, con su matorral cubriendo todo el sotobosque y haciendo que el fuego sea efectivo de verdad, asegurando realmente así la regeneración de la masa forestal y la perpetuación del ecosistema bosque bajo el equilibrio monte mediterráneo-fuego.
Pero surge el hombre con su enorme presión sobre estos mismos ecosistemas mediterráneos, y como no, incrementando en casi 10 veces el número de incendios. Así, el equilibrio natural bosque mediterráneo-fuego salta por los aires, lo aniquilamos, y por primera vez y hasta el día de hoy, el fuego deja de ser un factor ecológico aliado del bosque para convertirse en un claro enemigo. El incremento desmesurado de la frecuencia del fuego por la mano del hombre hace que la regeneración del bosque mediterréneo a través de los incendios desaparezca, ha desaparecido la clave regeneradora de nuestros bosques de la España seca convirtiéndola en su calvario. Los bosques que antes se valían del fuego para perpetuarse ahora no son capaces de crear semilla fértil entre incendio e incendio, no son capaces de llegar a una etapa suficientemente madura en la serie de vegetación antes de ser arrasados por un fuego muy a destiempo, muy tempranero.
Que quiero decir con todo esto, pues que podemos dejar evolucionar un monte mediterráneo de forma natural, haciendo que sea una auténtica selva, en realidad es lo que le corresponde, pero entra así en un desequilibrio total con la realidad de su entorno, es decir, con el notable riesgo de incendio causado en la actualidad por nuestra sociedad. O sea, esos bosques sin tocar de los que habla Gustavo son perfectos desde un punto de vista ecológico, de biodiversidad, de todo lo relacionado con su estado "natural", pero será una tremenda bomba de relojería frente a nosotros mismos, frente a la realidad que hemos creado en torno a ellos. Un fuego en esos montes "naturales" no tendrá el efecto "natural" deseable, es imposible, se habrá roto el equilibrio entre dos ecosistemas, el bosque y nuestra sociedad, ambos dentro de otro ecosistema mayor que los engloba a ambos. Dejar evolucionar hoy día un bosque mediterráneo tan antropizado como el nuestro no es un camino que lleve a ningún sitio, para ello primero tendríamos que desaparecer nosotros mismos. Nos guste o no, a mi no me gusta tampoco, tenemos que introducir de manera egoista nuestra mano en el monte, para, desafortunadamente, intentar buscar un equilibrio entre él y nuestros actos como sociedad. Si el 90% de los fuegos son causados por el hombre, un monte "natural" sin ordenar adecuadamente no hace más que dajar que éste sea más propenso a ser destruido por el fuego, antes aliado cuando su incidencia era 10 veces menor, ahora total enemigo.
En lo referente a la forma de luchar contra todo esto de los incendios, pues mi opinión, y creo que la de muchos que alguna relación tenemos con este mundillo, es la de empezar con la base, sí, sí, con todos esos folletitos que paracen tan insignificantes con mensajes ñoños de "todos contra el fuego" y cosas de esas, y sobre todo que esos folletitos vayan a los niños, nosotros ya tenemos peor remedio. Un edificio no se empieza a construir desde el tejado, una enfermedad es mejor prevenirla que intentar curarla en su estado más avanzado, contra el fuego no se lucha sólo con 10.000 aviones y 1000000 de retenes. La concienciación, lo principal, si no, las rencillas entre usos del monte y todo eso, no terminará jamás, y la grave problemática del fuego no terminará nunca.
Saludos.