Si Próxima Centauri-b tuviera tránsitos nos habría tocado la lotería. Porque así podríamos estudiar la atmósfera del planeta. Imaginaros que tenéis un disco negro que pasa por delante de la estrella; la luz de la estrella es tapada por el planeta, que es opaco; si este planeta tiene un anillo de atmósfera alrededor filtrará la luz que viene de la estrella de fondo y, por lo tanto, dejará la impronta de los compuestos químicos que tiene esta atmósfera. Obtendremos un espectro con la huella digital de los compuestos químicos de la atmósfera: si tiene dióxido de carbono, vapor de agua, quizás oxígeno… Pero que tenga tránsitos es una cuestión de azar.
De todas formas con estos datos tampoco podríamos certificar que hay vida, pero sí que hay condiciones favorables para ella. Todavía carecemos de la suficiente tecnología para poder confirmar que hay vida o incluso una civilización tipo Roma o Grecia, es decir, sin suficiente tecnología como para poder comunicarnos con ellos. Nuestros telescopios y técnicas de detección todavía son muy precarios para poder detectar vida en planetas a años luz.
Imaginaros que en este planeta, el más cercano a la Tierra, existiera en estos momentos una civilización que hubiera alcanzado un nivel tecnológico equiparable a nuestro neolítico. Digo en estos momentos porque, aunque estamos separados en el espacio, apenas lo estamos en el tiempo, porque las señales electromagnéticas solo tardan 4 años en viajar de un planeta a otro, por lo que podemos decir que somos contemporáneos en el tiempo (no es lo mismo que nos separen 2 millones de años luz) ¿Pero cómo los detectamos y nos comunicamos con ellos? Nuestras señales, aunque solo tarden 4 años en llegar, no podrán recibirlas, porque no tienen tecnología para ello. Nuestros telescopios no pueden ver nada, nuestros sistemas de detección solo alcanzan para confirmar que pueden haber gases y condiciones para la vida, pero poco más.