Sin ser experto de nada, daré mi opinión al respecto.
El comportamiento de la atmósfera a largo plazo es impredecible, ya que su evolución depende siempre de una combinación enorme de factores.
Hacia primeros de diciembre de 2009 era imposible saber cómo iba a evolucionar la atmósfera a partir de mediados de diciembre. Podían, perfectamente, haber seguido dominando las dorsales africanas y los anticiclones de bloqueo -lo que habría hecho encender las alarmas de la sequía en muchos lugares de España-, podía haber comenzado a haber situaciones invernales más próximas a las medias climatológicas o -como ha ocurrido- podía cambiar radicalmente el tipo de circulación atmosférica y entrarnos trenes de borrascas atlánticas, reforzadas y empujadas por masas de aire muy frío descolgadas con inusual amplitud sobre amplias zonas del hemisferio norte.
A partir de ahora, cualquier cosa puede pasar en febrero y meses sucesivos, desde que febrero sea más cálido que la media (como ocurrió -a la inversa- en enero de 1956, mes que precedió al famoso febrero de 1956) a que "siga la fiesta".
En Meteorología, las carambolas y los golpes de efecto están a la orden del día. Aunque hay patrones y pautas de comportamiento que se repiten cada cierto tiempo y que parcialmente comprendemos, a veces varios factores se combinan de manera tal que el invierno es más invernal de la cuenta y nos regala estampas que tardaremos bastante tiempo en volver a ver... o no (quien sabe
).