Estas últimas semanas de calor y sequía, seguidas por aire frío y las primeras escarchas, han detenido por completo el desarrollo de nuevos ejemplares y podrido los que ya habían crecido. Al menos en la zona por donde me muevo .
A pesar de todo, aún dio para media cesta variada: negrillas, rebollones agusanados que había que ir limpiando, llanegas negras (H. Latitabundus), un Leccinum (Edito: era un Xerocomus Badius), algún camaperdiu, una macrolepiota detenida en el tiempo...
Lo mejor, como siempre, la belleza del bosque cuando está bien cuidado. Y una sorpresa muy agradable: un quejigo centenario, en un sitio al que suelo ir, que no había visto (increíblemente, pues es enorme). Cosas de ir mirando al suelo.
Esperemos que estas próximas lluvias, que pintan débiles, y la ausencia de heladas provoquen una nueva "floración".
Las lepistas deben estar ya a puntito de salir. Algún níscalo saldrá todavía, a la vista de que las rúsulas aguantan bien aún. Llanegas y negrillas en noviembre es fácil encontrar.
Y las hordas parece que ya se han cansado.