Durmiendo con el enemigo
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Pues no se cual es el problema. Tanto el tuit de Simon Lee de como la nota de Meteored son pertinentes y están fundamentadas. Es complicado achacar un evento extremo determinado al CGA, pero comparando series históricas se puede evidenciar olas de calor en un planeta ya de por si más caliente.
Después de un invierno relativamente frío, la primavera y verano (hasta el momento) han sido notablemente más cálidos en el centro y norte de Europa. Se puede ver en las anomalías mensuales desde abril hasta junio (y muy probablemente julio) con datos NASA:
Este prolongado episodio de calor (y sequía) se debe a la la formación de un centro de altas presiones estacionario en el norte de Europa que desvía la corriente en chorro hacia otras latitudes, provocando en cambio mayores precipitaciones y temperaturas más frescas en las zonas al sur (de España a Turquía) y al norte (Islandia). Otras zonas del hemisferio norte, como Canadá, centro-norte de Siberia y Japón se han visto igualmente afectadas por olas de calor (y otros eventos extremos) al comienzo del presente verano. De hecho, junio de 2018 es el segundo más cálido globalmente (
https://climate.copernicus.eu/resources/data-analysis/average-surface-air-temperature-analysis/monthly-maps/surface-air-10) incluso a pesar de estar saliendo de un periodo de Niña. Tales condiciones han propiciado históricos incendios forestales en zonas poco habituadas (y poco preparadas) de Irlanda, UK y Suecia.
Como indica el tuit de Lee, en junio de 1976 también se produjo una ola de calor que afectó a Europa occidental. Pero que se diferenció de la actual en dos aspectos importantes. El primero es que tuvo lugar sólo en junio y julio, después de una primavera normal y por tanto durante un periodo más corto. Y en segundo lugar, fue una burbuja cálida en un planeta más frío que en la actualidad (-0.93ºC).
He utilizado el periodo de referencia 1981-2010, el más reciente de 30 años completo que se emplea formalmente para datos actuales. Daría igual cual se usase, puesto que son anomalías, y por tanto variaciones relativas. Las críticas de algunos al uso del periodo 1951-1980 (que no es el periodo más frío del s. XX) son por tanto vacuas.
Por último añadir que, en consonancia con lo publicado previamente, un reciente artículo de King et al. (2018) en Nature Climate Change (
https://www.nature.com/articles/s41558-018-0191-0), concluye que con un calentamiento superior a 1.5ºC es de esperar un aumento significativo en la frecuencia de los episodios de calor estival extremo por encima de lo observado en el periodo 1950-2017 en Europa. Concretamente, con un calentamiento de 1.5 y 2ºC la frecuencia de olas de calor sería de una cada dos años y dos cada tres años respectivamente afectando al menos a 100 millones de europeos. En la siguiente tabla se resume la probabilidad de tales eventos estivales en cuatro escenarios (nat: sin CGA, actual, +1.5ºC y +2ºC) según el tamaño de población afectado (entre paréntesis el rango de probabilidad):