No aprendemos, y cuando lo hacemos es tarde. Dejar que se desarrollen actuaciones urbanísticas en zona inundable supone condicionar la vida de muchísima gente, permitiéndoles vivir y trabajar donde jamás deberían haberlo hecho. Cuando por fin se puede actuar sobre los cauces...están ocupados y la medida resulta impopular.
Quienes reclaman planes para paliar las inundaciones...¿estarían dispuestos a abandonar y demoler sus casas, campos, naves industriales?¿A cambio de qué?¿Pagado por quién?
¿Por qué no se han desarrollado estrategias para recoger toda esa agua torrencial?
Perdonadme la broma cruel, pero en la cuenca del Segura se ha estado muchos años pidiendo "agua para todos". ¿Qué han hecho quienes la pedían?
Conocemos la historia, los periodos de retorno (que son mera probabilidad, podrían caer 500mm/m2 dos veces en un mismo año, o 700mm en un día varias veces en 50 años).
Sabemos que las obras deben estar sobredimensionadas y asumir el coste y su mantenimiento. Y su aparente inutilidad durante años, o décadas. Esa es la realidad que vivimos en la fachada mediterránea, pero damos la espalda a esa realidad...y luego lloramos y buscamos la "mamelleta" de las ayudas.
Veamos el emblema de la "nueva Valencia", la Ciudad de las Artes y las Ciencias, o el mismo jardín del Turia, construidos en pleno cauce, que discurre por allí...¡bajo tierra!. Con un par.
Los ciudadanos confían en que el "nuevo cauce", diseñado tras la riada del 57, admita el agua de una avenida semejante, a pesar de que los experto llevan décadas advirtiendo que no está nada claro que eso sea así. Y el cauce original, ocupado.
Todo bien.