EMPORDÀ (I): Monestir de Sant Pere de Rodes

San Pere de Rodes es un antiguo monasterio benedictino situado en la montaña de Verdera (Alt Empordà, Girona) a 520 metros sobre el nivel del mar, en un sitio privilegiado que ofrece un paisaje impresionante.

A la importancia histórica del entorno se añade el hecho de que todo el conjunto se encuentra dentro del Parque Natural del cap de Creus.

Los orígenes del monasterio se pierden en el tiempo. A finales del siglo IX, las primeras noícias documentales sobre el monasterio lo describen como una pequeña cela monástica que se disputaban dos abadias: Sant Esteve de Banyoles y Sant Policarp de Rasés.

El inicio del resplandor del monasterio se situa a partir del siglo X, cuando un noble llamado Tasi y el conde Gausfred d'Empúries se interesaron por Sant Pere de Rodes. El monasterio recibió grandes donaciones de tierras por parte suya y consiguió preceptos y privilegios de los papas y los reyes francos, como el que en el 994 lo convirtió en abadia.

Entre los siglos X y XI se construyó la iglesia que hoy podemos contemplar y también se inició la importancia del monasterio como centro de peregrinación.

La consolidación del poder i el prestigio de la abadia de Rodes se sitúa entre los siglos XII y XIII. En estos momentos era uno de los centros de poder espiritual, político y económico más importantes, capaz de ampliar considerablemente sus dependencias y hacer obras de gran valor artístico.

Los primeros indicios de decadencia los encontramos a partir del siglo XIV, generados por diferentes causas, entre las cuales una serie de conflictos bélicos y epidemias que afectaron directamente l'Empordà. Además se trata de una época en que el sistema feudal comienza a entrar en crisis.

Los problemas empeoraron durante los siglos XV y XVI, las guerras continuaron afectando directamente el monasterio y sus propiedades, aumentaron los ataques de piratas y bandidos y empezó una etapa de relajamiento de la vida religiosa.

Un momento de recuperación económica se sitúa entre los siglos XVII y XVIII gracias a la expansión del cultivo de la vid que se vivió en Catalunya. Este hecho se refleja hoy en la gran extensión de terrazas de piedra seca existentes en las montañas del Cap de Creus y en los grandes edificios que se construyeron alrededor del cuerpo claustral.

Pese a esto, la abadia siguió continuanó sufriendo ataques i sauqeos por parte de tropas francesas y bandoleros. Por eso en 1798 los monjes decidieron abandonar definitivamente el monasterio e instalarse en Vilasacra. El 1818 se trasladaron de nuevo, esta vez a Figueres. Con la desamortización de 1835 se produce la extinción definitiva de la comunidad de monjes benedictinos de sant Pere de Rodes.

El monasterio de la montaña de Rodes, una vez abandonado, sufrió a lo largo de los siglos XIX y parte del XX un proceso de deterioro progresivo y una etapa de intensa expoliación.

A partir de la declaración como Monumento Historicoartístico Nacional, en 1930, se iniciaron las primeras obras de restauración. Durante el periodo 1989-1999 se llevó a cabo un ambicioso programa de excavaciones arqueológicas y restauraciones.