Con el rollo que he soltado antes lo que es de esperar es una reducción del periodo de heladas, que empezarían más tarde y terminarían antes, y una reducción del número de días de nieve dependiente de la altitud y la latitud. En consecuencia el dominio esquiable y el número de días de esquí deberían reducirse, de forma más acusada cuanto menor sean la altitud y latitud. Y lo que se observa es precisamente eso, un alargamiento de la temporada vegetativa y del periodo libre de heladas (
https://agupubs.onlinelibrary.wiley.com/doi/abs/10.1029/2012GB004312; https://onlinelibrary.wiley.com/doi/pdf/10.1111/j.1365-2486.2011.02397.x; https://rmets.onlinelibrary.wiley.com/doi/full/10.1002/joc.4315), una reducción en la extensión, profundidad, volumen y duración de la nieve en el hemisferio norte (
https://link.springer.com/article/10.1007/s40641-016-0036-8; https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0034425717300342) más acusada en regiones marítimas de latitudes medias respecto a zonas continentales más frías (
https://journals.ametsoc.org/doi/full/10.1175/2008JCLI2665.1).
Por ejemplo, análisis predictivos en función del escenario de emisiones para la zona alpina prevén un futuro precario para la práctica del esquí, particularmente si no se interviene para reducir las emisiones. En el estudio de Marty et al. (2017;
https://www.the-cryosphere.net/11/517/2017/tc-11-517-2017.pdf) se predice una reducción de la cobertura media de nieve, del número de días de nieve, de la profundidad de nieve y de su duración, que sería intensa si no se reducen las emisiones significativamente. Si no se interviene, el número de días de nieve a 1500 m sería la mitad y la cobertura nivosa media se reduciría un 70% a finales de siglo, frente a un 30% si se reducen las emisiones a la mitad para 2050. Otros autores llegan a conclusiones similares (revisión en:
https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0048969713008188).
Así que en regiones como la Península Ibérica, en el extremo SO del continente, con un clima mediterráneo dominante y sin grandes dominios a altitudes elevadas a pesar del relieve accidentado, las perspectivas son necesariamente peores. Hay análisis que confirman una reducción drástica del número de días de nieve en la mitad norte desde 1970s (-50%;
http://aeclim.org/wp-content/uploads/2016/01/Pons2010.pdf) y una tendencia que continuará en el futuro de no cambiar el patrón de emisiones (-2 días/década;
https://link.springer.com/article/10.1007/s00382-015-2793-9#CR26). El resultado es que el esquí es una práctica deficitaria en nuestro país (excepto algunas excepciones como Baqueira), incluso a pesar de instalación de sistemas de producción de nieve y de la diversificación estacional en la oferta de las estaciones. Así que podemos verlo como una actividad que subvenciona con fondos públicos a unos pocos (forfait reducido respecto al necesario para conseguir equilibrio presupuestario) para ayudar indirectamente a ciertas comarcas de montaña. Si eso es un o no un modelo aceptable o si hay que considerar el impacto ambiental, es otro debate. En todo caso no sería la única actividad subvencionada a fondo perdido. Por tanto el texto de la noticia no enlazada y cortada (
) por hrizzo es correcto a pesar de que el "periolisto" de turno prefirió utilizar un desafortunado titular cebo: la práctica del esquí en la Cordillera Cantábrica es económicamente inviable, y la frecuencia, duración y calidad de la nieve en la zona será menor, pero seguirá nevando por debajo de 2000 (y de 1000) metros.
La noticia (muy breve) se puede consultar en
https://www.diariodeleon.es/noticias/afondo/cientificos-auguran-2018-no-habra-nieve-debajo-2-000-metros_378254.html; y deriva precisamente de un congreso mundial sobre esquí y cambio climático celebrado ese año en Andorra, donde técnicos y promotores del esquí hablaron del tema.