En mi opinión, lo que vemos en esta gráfica es una estimación aceptablemente aproximada de la evolución de la extensión de la banquisa ártica entre 1880 y 2011:
Son datos anuales. He añadido la tendencia lineal y una media móvil de treinta años. Se observa como la tendencia lineal es claramente descendente. Esto seguramente sea debido a una combinación de causas antropogénicas (aumento en la concentración de CO2 y otros GEIs, hollín, etc.) y causas naturales (aumento de la actividad solar, posibles cambios en vulcanismo, posibles ciclos oceánicos de onda larga, etc.). Superpuesta a la tendencia lineal descendente, la media móvil nos muestra unas variaciones cíclicas probablemente ligadas a oscilaciones oceánicas como AMO, PDO ó ENSO.
Bien, ¿y cuál es entonces la reconstrucción de la banquisa que vemos en esa gráfica? Pues… ninguna. Lo que vemos no es una serie de datos de extensión de la banquisa, sino una gráfica de temperaturas (invertida, de tal modo que temperaturas más altas correspondan con menos hielo y al revés). En concreto, la serie muestra las anomalías de la temperatura media anual en el Ártico (64-90ºN) entre 1880 y 2011 según los datos de estaciones meteorológicas compilados por el instituto GISS de la NASA.
Y, ¿por qué utilizo una serie de datos de temperatura para estimar la extensión de la banquisa? Vayamos por partes.
Como sabemos, desde 1979 la extensión de la banquisa ártica ha sido monitorizada desde satélites. Entre 1955 y 1978, se cuenta también con numerosos datos acerca de la banquisa procedentes de algunos satélites, reconocimientos aéreos y observaciones sistemáticas llevadas a cabo tanto en el sector americano como en el siberiano, etc.
Así, procederemos a comparar la temperatura (línea negra) con la extensión de la banquisa entre 1955 y 2011. La línea roja muestra la extensión media mensual de la banquisa ártica en septiembre según los datos del NSIDC. La línea verde, la extensión media en verano (junio-julio-agosto) de la banquisa ártica según la reconstrucción de Chapman&Walsh, probablemente la más conocida y utilizada:
Hay evidentes desavenencias, pero las tendencias generales de la temperatura y la banquisa son razonablemente similares.
Así las cosas ¿por qué no me quedo simplemente con Chapman&Walsh? Retrocedamos en el tiempo para ampliar la comparativa hasta 1880 (quito los datos de NSIDC por razones de claridad, quedando así la comparativa entre la temperatura en el Ártico según GISS y la extensión de la banquisa según Chapman&Walsh):
¿Qué sucede entre 1920 y 1955? Las dos series dejan de estar correlacionadas, y la temperatura aumenta sin que la banquisa se inmute, según Chapman&Walsh. Uno se puede imaginar diversas razones para intentar explicar que en esos años desaparezca la correlación (mejores condiciones de partida del hielo, districución geográfica irregular del calentamiento, etc.). Pero, no obstante, la discrepancia entre 1920 y 1955 sigue pareciendo demasiado grande.
Para realizar una nueva comprobación, añadiremos a la gráfica otra reconstrucción de la extensión de la banquisa ártica (en rojo). Se trata de una serie de datos de origen ruso/soviético que muestra la extensión media anual de la banquisa en una zona que cubre el 77% del Ártico, quedando fuera del análisis la mitad americana del mar de Chukchi así como el mar de Beaufort, el Archipiélago Canadiense y la zona de Baffin:
La serie rusa coincide aceptablemente bien con la temperatura, y en el período conflictivo 1920-1950 lo hace claramente mejor que los datos de Chapman&Walsh. Este hecho invita a pensar que la fiabilidad de la reconstrucción de Chapman&Walsh antes de 1950 deja bastante que desear.
(Algo similar fue realizado en Johannessen et al. 2004, Arctic climate change: observed and modelled temperature and sea-ice variability, pdf. Y algo del estilo también en Semenov&Bengtsson, Arctic climate response to the sea ice changes: atmospheric GCM simulations, pdf )
Dada la escasez de observaciones de la banquisa antes de 1950, teniendo en cuenta que las temperaturas medidas en estaciones meteorológicas con serie larga son aceptablemente fiables, y teniendo en cuenta que las reconstrucciones de la banquisa basadas en mayor número de observaciones reales coinciden bastante bien con dichas series de temperaturas, es razonable concluir que la gráfica que abría este post es una estimación aceptablemente aproximada de la evolución de la extensión de la banquisa entre 1880 y 2011.
http://diablobanquisa.wordpress.com/2013/10/04/estimando-la-extension-de-la-banquisa-artica-entre-1880-y-2011/