Tras una semana de tregua termométrica con ausencia de heladas, algo parece despertar en el Valle de Cabuérniga. Los días ya más largos y las mañanas amaneciendo un poco antes, hace que las aves ya comiencen a trinar con las primeras luces del día. Los mirlos, petirrojos, carboneros, reyezuelos y otros, se pueden escuchar alegrar la mañana. La vegetación sigue latente y a la espera de tiempos mejores, solo en determinadas zonas, se pueden ver los avellanos con gran cantidad de flor masculina, pero por contra sin nada de floración femenina, hecho este que se da todos los inviernos. Algunos ciruelos silvestres, también desafiantes al invierno, muestran sus flores. Entre los sotos y orlas vegetales de las zonas bajas, se pueden ver floridas la Primulas y los Eleboros (Helleborus foetidus). Por lo demás, todo sigue en paisaje de invierno, la nieve vuelve a cubrir los suelos hasta cotas relativamente bajas y los ríos bajan impetuosos debido a las frecuentes e intensas precipitaciones acompañadas de algún deshielo, donde la truchas han terminado su época de freza.
Los suelos siguen saturados y proclives a los encharcamientos.