Gracias meidemsi,por aplicar un poquito de cordura a los que en ocasiones leemos o nos informamos por aquí.
Procuro ser realista y basarme en la ciencia.
Veo que comentáis algunos que los inviernos contienen cada vez menos olas de frío. Los datos son irrefutables y no podemos negarlos.
Una de las conclusiones de muchas investigaciones y que la evidencia respalda, es que al haber un mundo cada vez más cálido y a la vez haber un menor gradiente térmico horizontal polo-trópico, el jet Stream o corriente en chorro se destensa con mayor frecuencia también, lo que facilita la proliferación de omegas y vaguadas y sus consiguientes intercambios de masas de aire en sentido meridiano.
Vamos, cada vez más suradas y nortadas, aunque las primeras sean cada vez más cálidas y las segundas cada vez menos frías.
Sumémosle un mar que también está más cálido, con su aporte a la convección.
La idea que pretendo transmitir con esto es que aunque ahora estemos en circulación meridiana sur-norte es cuestión de tiempo que se invierta, quizás no esté invierno, esperemos que sí, pero en parte es casualidad.
Eso sí, las nortadas, sobre todo si llegan en diciembre, en el contexto que acabo de describir, traerían frío pero descafeinado, pudiendo haber buenos acumulados en ciertas cotas, pero las medias-bajas poca cosa.
Seguro que ya sabéis lo inercial que es el sistema océano-atmósfera térmicamente y que el mejor momento para las invernadas, en general, es desde el 15 de enero al 15 de febrero.
Seguro que está afirmación es muy general y depende de cada demarcación.
A mi modesto modo de ver, cada vez habrá menos olas de frío, pero al mismo tiempo las que haya tendrán más probabilidad de crear un gran impacto, sobre todo desde el punto de vista de los acumulados o espesores, y es que ya sabéis por Clasius-Clapeyron que la capacidad higrométrica del aire crece con la temperatura más que proporcionalmente. Y en un mundo más cálido...
Lo que suelen llamarse cisnes negros se refieren a esos eventos cuya probabilidad es muuuy baja al desconocerse la frecuencia con que acontecen, pero que tienen un elevadísimo impacto.
No sé si Filomena cae en esa categoría, pero es el ejemplo de lo que refiero:
Cada vez menos olas de frío, pero de vez en cuando habrá alguna que rompa todos los registros, la cual tenderá a ocurrir en la segunda mitad del invierno: mayor acumulación de frío en latitudes altas, creciente insolación y mar aún relativamente cálido. Toca quedar en la parte descendente. Este año igual no, igual tampoco en 5 o 6, pero en el contexto actual solo es cuestión de tiempo que en febrero nos afecte una ola de frío histórica.
Seguro que no es lo que muchos querrían, pero los datos obligan a ser realistas.