Exacto. Ciertas ideas encajarían con el fundamentalismo religioso:
Antes: Hacedme caso o seréis castigados.
Después: Os lo merecéis por no haberme hecho caso.
Nadie quiere morir. Ni siquiera esos que desean la muerte de la especie humana (la de los demás, que son los pecadores).
No lo digo por nadie en concreto de aquí. No veo se llegue a esos extremos pero que haberlos, haylos, y lo sabéis.
Eso es, por las respuestas vemos la carga de benevolencia natural que hay detrás de las buenas ideas. Menos cero grados, que es peor que cero. Pero resulta que la gente de pueblo, como yo, que reconocemos sin que se nos caigan los anillos que somos más ignorantes que donde los fabrican, que tenemos todo por aprender, y que somos felices así, pues resulta que también formamos parte de la naturaleza. Pero no, hay que acatar que lo importante parece ser que es el mundo vegetal, que no protesta. Qué cosas!, verdad? Qué mundo más gris nos presentan, menos mal que son simples paletadas al aire.
La libertad, Manu, ni empieza ni termina. Es inmortal. No te creas esas cosas tan escolásticas. Piensa por tí mismo. La libertad, como todo lo infinito, no es definible, ya que si lo fuera, al delimitarle le convertimos en una receta, sin más, o en una biblia, o en un bate de béisbol, de bambú, para romper cabezas insumisas. La libertad es vida, y por tanto es negociable. Ahí radica su belleza. En ir aprendiendo que cada momento es cada momento y cada ser cada ser. Y si no fuera por esos ajustes compartidos la libertad no sería algo a desarrollar sino una receta a recordar. Mi libertad no termina donde empieza la de los demás, más bien se entrelaza, roza, lucha un poco, y luego vuelve a danzar con la libertad de cada persona en particular, y de cada sociedad en general. La libertad tiene mucho más de arte que de ladrillo que empieza donde termina el otro.
Te parece bien?