El Ártico a examen
Boletín de la O.M.M.
Nota de la RAM. Estas notas son un resumen de un texto publicado en el boletín de la OMM referenciado oportunamente. La importancia del Ártico en el sistema climático mundial nos hace reproducir este texto. Parte del texto inicial y final del original han sido eliminados. La numeración de las figuras se ha mantenido tal como en original.
Palabras claves. Ártico, deshielo, calentamiento global, cambio climático.
El Estudio del Sistema Climático del Ártico (ACSYS)
El sistema climático del Ártico consta de cuatro elementos principales: el océano, la atmósfera, el hielo marino y el sistema hidrológico de tierra. A principios de 1994 el Estudio del Sistema Climático del Ártico (ACSYS) se propuso estudiar estos cuatro elementos, sus interacciones y las conexiones de este sistema ártico con el resto del clima mundial. Eran de especial interés preguntas como si el Ártico era realmente tan sensible a un incremento de los gases de efecto invernadero como sugerían muchos modelos climatológicos, y cuáles serían las consecuencias del cambio climático del Ártico para el resto del mundo. El proyecto, de una década de duración, ofreció muchos conocimientos nuevos y numerosos resultados sorprendentes y, tal vez, preocupantes. Muchos de ellos se presentaron en una conferencia final del ACSYS en San Petersburgo, en la Federación Rusa, en noviembre de 2003.
Hielo marino en retroceso
En septiembre de 2002 se produjo una extensión del hielo marino del Ártico mínima que constituyó un récord en al menos el período de 25 años de observaciones por satélite y que fue prácticamente igualada tanto en 2003 como en 2004. Desde que empezó la vigilancia continua por satélites, en 1979, la extensión del hielo marino se ha reducido en aproximadamente un 2,3 por ciento por década. A lo largo del mismo período el hielo multianual, la fracción que sobrevive a lo largo del período estival para volver a crecer en el invierno siguiente, se ha reducido un grave 8,9 por ciento por década. Este hielo multianual suele ser más grueso que el hielo del primer año, que es resultado del congelamiento de un solo invierno, así que cabría esperar alguna reducción en el espesor del hielo a medida que desaparece el hielo multianual. Sin embargo, los estudios de Rothrock y otros (1999) y de Wadhams y Davis (2000) hallaron una reducción de más del 40 por ciento entre las medidas submarinas (ACSYS/CliC, 2002) realizadas entre las décadas de 1950 y de 1970 y las medidas modernas realizadas a partir de la década de 1990. No sólo la magnitud de la reducción fue mayor de lo esperado sino que, lo que es sorprendente para un sistema tan dinámico, no se encontró ninguna región en la que el hielo hubiera aumentado de espesor.
Considerados juntos, este retroceso y la reducción ponen de relieve una importante disminución en el volumen del hielo marino y parecería ser una indicación clara de un importante cambio climático. Sin embargo, no todos los científicos estaban convencidos. En un estudio de modelos acoplados de la atmósfera, el océano y el hielo relativo a los equilibrios de agua dulce y energía en el Océano Ártico, Holloway y Sou (2001; 2002) pusieron de manifiesto un modelo similar de reducción en el Ártico central, donde se habían realizado las medidas submarinas, pero un aumento del hielo frente a la costa canadiense y el norte de Groenlandia (Figura 3).
Con un cambio neto mucho menor mostrado por el modelo, este estudio sugería que el hielo se había trasladado debido a las configuraciones cambiantes de la presión atmosférica y el viento, en lugar de haberse fundido.
El Grupo de Productos de Observación del ACSYS realizó un estudio de todos los resultados y concluyó que se había producido una reducción, sobre todo, en verano, pero que era probable que fuese menor del 40 por ciento sugerido por las medidas submarinas. Sin embargo, el estudio también puso de manifiesto la insuficiencia de los datos, lo que a menudo dificulta los estudios criosféricos. Será necesario continuar con las medidas utilizando tanto técnicas in situ como de teledetección a lo largo de los próximos años para determinar si la reducción es parte de una tendencia o un ciclo.
Dada la dificultad de recoger datos climatológicos en el Océano Ártico, el Programa Internacional de Boyas en el Ártico (PIBA) ha supuesto un éxito destacable. Combinando en la actualidad los esfuerzos de 10 naciones y de 22 grupos, este programa ha desplegado con éxito boyas a la deriva en las masas flotantes de hielo árticas durante más de 25 años. Las boyas a la deriva se siguen por satélite y ofrecen una imagen detallada del movimiento del hielo marino en zonas del Ártico central que serían inaccesibles de otra manera. Además, los sensores de presión y de temperatura han suministrado datos meteorológicos en una región con pocas medidas convencionales. Los resultados han revelado cambios en el esquema principal de movimiento del hielo entre las décadas de 1980 y de 1990 (Figura 4).
En la década de 1990 hubo un aumento en la advección de hielo lejos de la costa siberiana, una disminución de la advección de hielo del oeste al este del Ártico, y un ligero aumento en el transporte fuera del Océano Ártico a través del Estrecho de Fram (Rigor y otros, 2002). Se ha observado que estos patrones de movimiento del hielo están relacionados con la Oscilación Ártica, que es esencialmente una medida estadística de la fuerza del vórtice polar. Entre las décadas de 1980 y de 1990 esta oscilación cambió a una fase generalmente positiva, lo que significa que se traía más aire caliente al Ártico con un aumento consiguiente de la temperatura media. Parece probable, por consiguiente, que tanto el calentamiento como los cambios en el movimiento del hielo contribuyan a la reducción del hielo marino observada durante la década del ACSYS.
Calentamiento del Océano Ártico y de la atmósfera
La atmósfera ártica se ha calentado durante los 20 últimos años, siendo dos de las regiones de calentamiento más rápido de la Tierra el noroeste de Canadá y Alaska y el este de Siberia. Este calentamiento relativamente abrupto es de magnitud similar al observado durante la década de 1930. Es fundamental comparar estos dos "episodios” de calentamiento para comprender si el calentamiento ártico actual es de origen antropogénico o parte de la variabilidad natural del clima. Aunque la magnitud del calentamiento observado en la década de 1930 era similar, una diferencia importante es que el calentamiento ártico actual refleja una tendencia de calentamiento hemisférico (Figura 5).
El de la década de 1930 se produjo sólo en latitudes altas y fue debido a un mecanismo distinto: un mayor intercambio de aire con las latitudes más bajas, que a su vez se enfriaron (Overland y otros, 2004). El calentamiento hemisférico que tiene lugar ahora sugiere que es más probable un papel antropogénico a lo largo de las décadas recientes.
Junto con este calentamiento atmosférico reciente, también ha cambiado el Océano Ártico. En particular, ha habido un debilitamiento de la haloclina fría, la capa casi superficial de agua fría relativamente dulce que normalmente mantiene el agua atlántica, caliente y salada, bien alejada de la superficie del océano -y por lo tanto alejada del hielo marino-. El abrupto cambio de densidad observado en el pasado se ha vuelto más suave en los últimos años, y se ha acercado a la superficie. La zona ocupada por agua atlántica también ha aumentado, sobre todo a lo largo de la costa de Siberia, y ahora el núcleo de esta agua se encuentra 150 m más cerca de la superficie. Es interesante el hecho de que, si alcanzase la superficie, el calor contenido en la capa de agua atlántica es ciertamente suficiente para fundir todo el hielo marino: un hecho que tendría efectos generalizados, no sólo en los ecosistemas árticos sino también en los sistemas climáticos ártico y mundial.
Mayor velocidad de flujo en los ríos árticos
De todos los océanos del mundo, el Ártico es el que está más influido por la escorrentía fluvial. Contiene sólo un 1 por ciento del volumen oceánico y abarca únicamente el 5 por ciento de la superficie de océanos del mundo, pero recibe ello por ciento de la escorrentía fluvial mundial y ocupa el 20 por ciento de la superficie de la plataforma oceánica. Además de esta situación inusual, el aporte de agua dulce es altamente estacional. Los flujos son bajos en invierno, cuando los ríos están helados y la precipitación en la Cuenca del Ártico es en forma de nieve, pero la fusión de la primavera origina un rápido aumento de la escorrentía. Este aporte tiene un efecto importante en los flujos de flotabilidad del océano y todavía hay que investigar su influencia sobre la formación de hielo marino en la estación siguiente.
Sin embargo, un importante hallazgo durante la década de investigación del ACSYS fue que la escorrentía fluvial al Ártico desde el continente eurasiático había aumentado en un 7 por ciento entre 1936 y 1999 (Peterson y otros, 2002). Gran parte de este aumento se produjo en invierno, lo que refleja temperaturas invernales más cálidas en la mayoría de regiones de Siberia. Lo más sorprendente es que, mientras que el aumento en el oeste de Siberia iguala al aumento de la precipitación, en el este de Siberia la precipitación ha disminuido, pero la escorrentía ha aumentado. Una causa que se sugiere es el deshielo del permafrost y la consiguiente liberación de agua que, de ser cierta, indica que tendrán lugar cambios en el paisaje y en la vegetación y una posible liberación de CO2 y de metano: todos los cambios que podrían amplificar el calentamiento climático inicial.
Resulta esencial continuar con la vigilancia continua de la escorrentía fluvial y de otros parámetros hidrológicos terrestres. Para ayudar a ello, el ACSYS creó dos importantes bases de datos. Con la ayuda del Centro Mundial de Datos de Escorrentía de la OMM, del Instituto Federal de Hidrología de Coblenza, en Alemania, se creó la Base de Datos de Escorrentía del Ártico (ARDB) para recoger, procesar, almacenar y distribuir datos de escorrentía de los principales ríos que vierten al Ártico. Además, el Centro Mundial de Climatología de la Precipitación del PMIC de la OMM, del Servicio Meteorológico Alemán, en Offenbach, en Alemania, ha creado el Archivo de Datos de Precipitación del Ártico (APDA) para recopilar datos de precipitación de toda la cuenca de drenaje del Ártico. Los datos de estos dos centros suponen un recurso extremadamente útil para la investigación continuada del clima y la hidrología.
Un asunto importante para los estudios hidrológicos del Ártico ha sido la disminución de las redes de observación de la región. El ACSYS, junto con socios del Departamento de Recursos Hídricos e Hidrología de la OMM y del Programa de Evaluación y Vigilancia del Ártico, ha apoyado el desarrollo de una componente ártica del Sistema Mundial de Observación del Ciclo Hidrológico (WHYCOS) -el HYCOS Ártico- que se espera que origine un incremento en la recogida de datos hidrológicos in situ vitales en la Cuenca del Ártico.
Un sistema climático ártico variable
Uno de los principales resultados del proyecto ACSYS fue la identificación de la variabilidad del clima del Ártico. Las medidas realizadas durante el ACSYS muestran que el sistema climático ártico global, y todos los elementos principales del mismo, son mucho más variables de lo que se imaginaba al inicio del proyecto. La distribución del hielo marino cambia de un año al siguiente; cambian las trayectorias y las intensidades de las principales corrientes oceánicas; la salida de agua dulce del Ártico puede variar en un factor de 2 de un año a otro; algunos años son más cálidos que otros, con temporadas de fusión varios días más largas; y la situación, el ritmo y la cantidad de aportes fluviales al Océano Ártico varían de forma sustancial.
Estas variaciones inesperadas han hecho que sea más difícil comprender la interacción entre los distintos elementos del sistema climático, que sea más complicado identificar tendencias y que sea más difícil predecir cambios futuros. A menudo el conocimiento del pasado aporta pistas útiles para el futuro pero, en esta región con pocos datos, incluso los datos recogidos no siempre se han administrado de la mejor manera. Los primeros jefes del proyecto ACSYS crearon numerosas empresas de recuperación de datos para mejorar la situación, lo que dio lugar a numerosos registros de parámetros climatológicos árticos que se remontaban a décadas o incluso a siglos atrás. El proyecto "BarKode'; que recuperó datos de temperatura y salinidad del océano de la región de los mares de Barents y de Kara que se remontaban a 1898 (ACSYS, 1999) ha sido superado hace poco en la longitud del registro por el Archivo Histórico de Mapas de Hielo del ACSYS (ACSYS, 2003). Este esfuerzo por registrar cambios históricos en la extensión del hielo marino del Ártico lo inició Torgny Vinje, del Instituto Polar de Noruega, e hizo uso de cuadernos de bitácora de buques de vela, diarios históricos, registros de cazadores de focas y de ballenas y otras numerosas fuentes históricas, y utilizó modernos mapas de aeronaves y satélites para seguir con las series hasta la actualidad (Figura 6).
El resultado es uno de los registros de observaciones más largo de cualquier parámetro climatológico, en el que los primeros mapas se remontan a una expedición británica siniestrada al mar de Barents, en 1553. El análisis moderno de estos mapas está revelando una variabilidad incluso mayor. Parece que no sólo la variabilidad interanual pasada fue similar a la de la actualidad, sino también que el Ártico está profundamente influido por los ciclos climatológicos decenales y multidecenales (Divine y Dick, 2005; Polvakov y otros, 2003). Los datos recuperados han confirmado de nuevo la complejidad del sistema y sus interacciones con el resto del sistema climático mundial. Esta complejidad pone de manifiesto la importancia del estudio continuado del clima ártico como un elemento completamente interactivo dentro del sistema climático mundial.
Referencia originaría
Activos helados: el papel del la criosfera en el sistema climático, 2005. Chad Dick. Boletín de la OMM. Vol. 52, abril 2005, pp.75-82
https://www.tiempo.com/RAM/numero34/artico_examen.asp