un extracto de un texto sobre el tema....
Hay que destacar la presencia de esta conífera en la Sierra Nevada de sustrato calizo- dolomítico, en las proximidades del pico Trevenque (2079 m) . En el paraje denominado La Cortichuela, frente al monte antes mencionado, existe un bosquete abierto con ejemplares muy añosos, que han quedado relegados a una cresta de dolomías disgregables y topografía complicada: escarpes, paredones y afloramientos verticales aristados de la roca. Las pendientes son muy fuertes y la altitud media aproximada de 1.700 m.. Se aprecia la existencia de fuegos que han pasado por el pinar, que se localiza como una continuación de las formaciones de Pinus pinaster existentes sobre las dolomías de la zona y donde estos ya no llegan, por cuestión de altitud, a excepción de alguno aislado. Son pies de aspecto muy longevo y portes tortuosos. El Pinus nigra fue citado en el Trevenque por RUIZ DE LA TORRE (1971), y posteriormente por ESTEVE (1974), quien se refirió a él como “escasos ejemplares en la parte alta”.
Otro enclave de pino salgareño aparece cerca del anterior, en el paraje denominado Los Alayos de Dílar. Se trata de una cuerda de picos muy escarpados con laderas de fuertes pendientes, y con su máxima altitud en el denominado Cerro del Castillejo, con 1930 m. Esta especie aparece de forma muy dispersa o formando pequeños rodales, en altitudes a partir de 1600 m. sobre un sustrato dolomítico, de fuertes pendientes y alta pedregosidad. La ganadería y los fuegos parecen haber tenido un papel importante en la evolución de la vegetación de la zona. Frente a los Alayos de Dílar (donde la especie fue citada por RUIZ DE LA TORRE, 1971), en un cerro denominado Los Gallos, muy pastoreado quedan también ejemplares aislados de esta especie, así como en paredones rocosos y laderas de otros montes próximos. Los ejemplares aparecen, en general aislados, siempre con una estructura abierta, y acompañados de una vegetación arbustiva o más rala.
Continuando con Sierra Nevada y sierras adyacentes, aparecen enclaves de Pinus nigra en la sierra de Quéntar y Huétor. El incendio de agosto de 1993 quemó ejemplares de mucho interés en diversos enclaves, y especialmente en torno al Cerro de la Cuna, en una superficie de 30- 40 has. Se trata de una zona de arenas dolomíticas, localizada entre 1300- 1500 m. con topografía muy compleja. Este pino se encontraba mezclado con Pinus pinaster. Se han salvado algunos ejemplares viejos, pudiendo encontrarnos tocones de gran diámetro de pinos desaparecidos en el incendio. La existencia de estos nos ha permitido contar los anillos para determinar la edad de los individuos desaparecidos. Del pequeño grupo de tocones cuyos anillos se contaron, el más viejo tenía una edad aproximada de 350 años, argumento que, entre otros, aboga en favor de la espontaneidad de estos pinos en este enclave. La especie aparece también en forma de ejemplares aislados en otros enclaves como la Umbría del Tocón, el Barranco de los Alacranes y la Loma de Caracolillos, según testimonio oral del Agente Forestal Jose Ignacio Ortega Pérez, que fue posteriormente confirmado en campo. La presencia de estos grupillos y ejemplares aislados ha estado en cierto modo camuflada antes del incendio, ya que se encontraban en ocasiones incluidos en repoblaciones, que dificultaban su reconocimiento entre otros ejemplares del mismo género y entre masas espontáneas de Pinus pinaster.
El fuego ha podido inducir a los pinos a desarrollar en estas sierras cortezas de extraordinario grosor (de hasta 25- 30 cm. de espesor), lo que ha podido apreciarse gracias a la existencia de estos tocones y no puede considerarse como una característica general de la especie, sino como una posible adaptación al fuego. De este modo, cuando los individuos alcanzan una considerable altura, superior a la del resto de la vegetación, el fuego puede pasar bajo ellos sin que afecte a su copa y protegidos por la gruesa corteza, como así ha ocurrido en los ejemplares de más talla que han sobrevivido al incendio. Esta dinámica de fuegos (ahora más frecuentes por la presencia del hombre, pero naturales en otro tiempo como lo demuestra la toponimia del pico Pararrayos), está muy apoyada por la complicada topografía de grandes pendientes y muy escarpada, que favorece en gran medida la propagación de los mismos, y dificulta su extinción.
Dejamos para el final los enclaves de Pinus nigra en las Sierras de Tejeda y Almijara, donde hasta hoy se conocen dos enclaves relícticos de esta especie. El primero se encuentra en las proximidades del pico Navachica ( con una altitud de 1.832 m) vertiendo hacia Sierra Tejeda. Aquí existe un rodal de pinos situados sobre una zona muy rocosa, algunos de ellos sobre roca pura, con portes en general muy tortuosos[1]. Se encuentran en un lugar bastante inaccesible, alejados de cualquier senda, lo que probablemente ha contribuido a su conservación, junto con su capacidad para sobrevivir en una situación tan limitante. Es conocido el papel que los fuegos cíclicos han jugado y aún hoy siguen jugando en la dinámica vegetal de estas sierras. No ha sido ajena la evolución de esta especie a este elemento natural tan característico y presente en el medio mediterráneo. No existen datos dendrocronológicos de este rodal, si bien a uno de los pinos se le contaron 110 anillos (comunicación oral de ROMERO, 1995).
A la cita anterior se añade otra de la que tengo constancia por el testimonio del personal del parque, y que visité este año. Se trata de un grupo de pinos situados junto al Tajo del Sol, a una altitud aproximada de 1700 m., con algunos ejemplares de talla y diámetro importante. El resto de los pies tienen pies tortuosos, y en la zona se aprecia la presencia de pies jóvenes. Al igual que en la mayor parte de los enclaves, el suelo es escaso, y se asienta sobre dolomías y calizas.
pues nada, el que no se lo creo, y siga poniendo en dudas mis aportaciones, que siga que siga, pero que no confunda a la gente....