No sé si lo conocéis. He leído esto:
La huella humana del clima
Científicos internacionales han debatido sobre las causas antropogénicas del Cambio Climático en el Museo CosmoCaixa de Madrid. Según ellos, habría que tomarse en serio las medidas económicas para reducir la ''huella humana'' del calentamiento global.
“Tenemos hoy una preocupación razonable porque vemos, por multitud de signos y señales, que el clima está cambiando. Las inundaciones, que han ocurrido siempre, se repiten hoy con más frecuencia. Las nevadas intensas seguidas de calentamientos bruscos que estamos teniendo este año en España, el adelanto de la floración y el retraso en la caída de las hojas. En la península del Labrador, en el extremo noroeste de Canadá, el patrón de migración de los caribúes se ha desplazado hacia el norte y hacia el este en los últimos años”. Así comenzó su intervención Antonio Ruiz de Elvira, catedrático de la Universidad de Alcalá de Henares y coordinador del ciclo de conferencias y debate “Una discusión sobre el Cambio Climático. ¿Está determinado por la acción del hombre?”, celebrado en CosmoCaixa.
“Las mayores temperaturas máximas y menores mínimas son un hecho real. Este incremento de la variabilidad no puede ser explicado sencillamente como un cambio natural. Siempre ha habido inundaciones, pero no, al menos no en los últimos cien años, con la variabilidad que detectamos y que vemos también en los registros de las temperaturas marinas”.
En el Pleistoceno (en estos últimos cientos de miles de años) se han repetido, casi periódicamente, etapas muy frías (glaciaciones) y óptimos climáticos, o etapas de más calor. Ruiz de Elvira recordó que esta variabilidad climática se debe fundamentalmente a las variaciones periódicas de los parámetros orbitales de la Tierra, las variaciones del reactor nuclear que es el Sol y la circulación termosalina (de la que la representación externa es la corriente del Golfo). El calor y la sal cambian la densidad del agua. El agua más fría y salada se dirige hacia el fondo, mientras que el agua más caliente y menos salada se eleva. Esta dinámica de fosas (las regiones oceánicas en las que predomina el agua salada) y afloramientos (las de agua templada y más dulce) se mantiene en un circuito entre los océanos terrestres. Pero si la temperatura se incrementa, estas zonas pueden variar y las consecuencias son todavía incalculables: entre otras cosas, pueden cambiar los movimientos migratorios de algunos animales acuáticos.
André Berger sugiere en un reciente artículo de Science que es posible que el presente óptimo climático debiese durar esta vez más que las anteriores, incluso sin ayuda de la emisión de gases de efecto invernadero. Sin embargo, Ruiz de Elvira no se muestra partidario de esta tesis y recuerda que según otros modelos para él más fiables, “dejado a su ritmo natural, y con las oscilaciones correspondientes a un sistema caótico de muchos grados de libertad, el sistema climático llevaba unos 8 000 años de tendencia a disminuir su temperatura, y no había nada que implicase que ésta debiese subir. La brusca subida actual no tiene explicación natural”, destaca Ruiz de Elvira.
Con la Revolución Industrial la población del planeta experimentó un crecimiento sin precedentes, empezó la producción de petróleo (con el correspondiente incremento de los niveles de CO2) y aumentaron la extensión de los arrozales y la cantidad de ganado (ambos fenómenos son liberadores de metano).
El vapor de agua, el CO2 y el metano libres en la atmósfera retienen energía entre la troposfera y la superficie del planeta, dando como resultado un incremento de la temperatura media global. Pero esto ya lo anunció Arrhenius, en 1895, cuando calculó matemáticamente que si se doblaba la concentración de CO2 la temperatura crecería 4 grados. Los superordenadores de los últimos tiempos han dado la razón a Arrhenius y desde 1980, gracias a ellos, se realizan modelos matemáticos del clima cada vez más fiables.
Según Ben Santer, director del Laboratorio de Ciencias de la Tierra y del Medio Ambiente Lawrence Livermore de California, “al clima le gusta cambiar y cambiará sin intervención humana. Pero hay cosas que hemos cambiado nosotros. Se escuchan muchas críticas de los modelos climáticos porque dicen que no están basados en observaciones, pero eso no es cierto”.
Santer enseñó una gráfica con los 15 modelos atmosféricos más importantes del mundo que se han hecho en los últimos 10 años. Según esta gráfica comparativa, “ha aumentado la fiabilidad de los últimos modelos respecto de los primeros”. En correspondencia con estos modelos y las observaciones hechas vía satélite: “el ozono y los gases de efecto invernadero son los que más influyen en el aumento de temperatura”.
Santer recordó que desde 1975 estamos en la era de los satélites y se ha avanzado mucho en cuanto a las predicciones climatológicas, pero todavía no lo suficiente como para predecir qué va a ocurrir a nivel nacional, incluso continental, por ejemplo respecto a la extrema variabilidad en la pluviometría que se anuncia a nivel global. Los modelos predicen un incremento de la temperatura, y los analistas deducen que una de sus consecuencias es esa variación meteorológica extrema (si cambian las corrientes de aire mundiales debido a esos cambios de temperatura, también lo hace la fluctuación e intensidad de las borrascas que penden de ellas), pero saber cuándo o en qué área van a tener lugar esos efectos meteorológicos es todavía imposible. “Y a gran parte de la opinión pública no le importa el incremento de la temperatura global sino si somos capaces de predecir cuales van a ser esos efectos y dónde en concreto”.
Aunque, según Santer, “para dentro de 10 años queremos que los satélites detecten si nuestras buenas prácticas han cambiado la evolución del aumento de temperatura global, países como EE UU no tiene una estrategia en este sentido (de disminuir la emisión de gases de efecto invernadero)”.
Como explicó Ron Prinn, director del departamento de Ciencias de la Tierra del Massachusetts Institute of Technology, los modelos climáticos establecen probabilidades y no certezas, pero aventuró que según estas probabilidades, entre 1990 y el 2100, “si se aplican políticas económicas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero que incrementan de forma preocupante la temperatura estaremos reduciendo las probabilidades de que suba el nivel del mar medio metro”.
Jurgen Willebrand, co-director del CLIVAR (Comité sobre Variabilidad Climática del Programa Mundial de Investigación del Clima), estudia las circulaciones oceánicas y su conclusión es que “hay muchas cosas que todavía no sabemos y que hay que seguir investigando, pero lo que sabemos es importante y suficiente para hacer algo”. Por ejemplo, concluyó el científico: “todavía no es muy rentable utilizar la energía solar, pero existe. Y creo que se debe empezar por algo”.
Según Prinn, “los países en vías de desarrollo pueden cambiar esta tendencia, pero esto solo puede ocurrir si los países desarrollados ayudan con buena tecnología e inversiones. La tecnología ya existe, lo importante es invertir en instalaciones”. “En EE UU el sistema de transportes es ineficiente a nivel energético –continuó-, los coches cada vez son mayores y con mayores depósitos de combustible, y en Europa se ha copiado esta moda en lugar de procurar que ambas zonas impongan un sistema más eficiente de consumo energético”.
Las conclusiones del grupo de científicos son que:
Los modelos climáticos son cada vez más fiables, y que el incremento del CO2 en la atmósfera y la subida de la temperatura media atmosférica, como los dos indicadores más claros de este cambio climático, ya tienen sus efectos en la geografía del planeta, en la variabilidad climática y en los ecosistemas.
Aunque estos modelos hablan de probabilidades a nivel global, habría que tomarse en serio las medidas económicas tendentes a reducir “la huella humana” del calentamiento global.